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Carlos Capetillo Campos
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Y la ineficiencia ¿No cuenta?

Por Carlos Capetillo Campos
carlos_capetillo@hotmail.com / @capetillo campos

Antes, cuando se amarraba al perro con longaniza y no se la comía, el país funcionaba perfectamente bien, y había símbolos y personas que no se tocaban ni con el pétalo de una rosa.
Eran intocables el Presidente de la República, la Virgen de Guadalupe, el Ejército, la paridad del peso con el dólar, el precio de las tortillas.
La sociedad respetaba las instituciones porque sabía la necesidad de su eficiencia y fortaleza para servir mejor y el país crecía a unas tasas que eran la envidia del mundo, la inflación no se conocía, los mexicanos en cualquier ciudad del país podían caminar a medianoche o a cualquier hora y no pasaba nada, estaban seguros y confiaban en la policía.
Pero hace 46 años empezaron a cambiar la seriedad del gobierno por el protagonismo, empezando con el Presidente y el país comenzó a vivir la pesadilla de la que hasta ahora no despertamos.
Como muestra de la modernidad nos globalizamos y lo que le pasaba de malo a un país nos contagiaba y de lo bueno no nos llegaba nada.
Y así nuestra moneda empezó a sufrir devaluaciones y los presidentes alucinaciones, que transmitían en frases inspiradoras de propaganda barata pero que las hacía rectoras de su gobierno.
Arriba y Adelante y todo fue Abajo y Atrás. Terminó el sexenio con convulsiones a tal grado que se empezó a escuchar de golpes de estado.
La Solución Somos Todos y se convirtió en la Corrupción somos Todos y a saquear el Patrimonio Nacional con singular alegría y se empezaron a formar las comaladas de ricos al amparo del gobierno, ya sea como funcionarios o como contratistas.
Renovación Moral y se transformó en No importa el sexo cuando el amor es puro y a crear el power gay de tan nefastas consecuencias; con una inflación bárbara y nuestra moneda devaluada día tras día, perdiéndose el poder adquisitivo sobre todo el de la clase trabajadora.
Y ahora, después de doce años perdidos, donde los recursos petroleros alcanzaron su máxima expresión, que produjeron tal cantidad de dinero al gobierno que alcanzó para todos los que formaban la familia feliz o el Club del Elogio Mutuo.
Y así llegamos a nuestros días, donde los indicadores económicos nos dicen que somos una vergüenza de que un país tan rico tenga a una población tan pobre y que mientras más dinero se le asigne al combate a la pobreza y al hambre, más pobres hay y más enfermedades se apoderan de la salud de los mexicanos.
La devaluación del peso, que alcanzó el rebase de la barrera de los 20 pesos por dólar, el precio del petróleo no llega a los 40 dólares, casi la cuarta parte de su precio cúspide; la economía subterránea a pesar de la propaganda y sus programas es el escape de la clase más maltratada, en donde el poder adquisitivo a pesar de los anuncios triunfalistas, ha perdido un total del 25 por ciento y la inflación solo no existe en las declaraciones de los funcionarios responsables del tema, que eso si hay que reconocer, hablan bien bonito a grado tal que nadie les entiende.
Y la pérdida del peso ante el dólar y su poder adquisitivo tiene muchos responsables nacionales, pero estos rápidamente, con una rapidez que solo utilizan para culpar a otros de sus culpas, atribuyeron la caída del peso a la campaña de Trump a la presidencia de los Estados Unidos, al bajo precio del petróleo, a la economía deprimida del vecino país del norte, a los problemas del terrorismo internacional y ya me imagino a mi santa madre ante este escenario, diciendo con esa mirada cautivadora que Dios le dio: mira a estos Pilatos que rápido se lavan las manos.

Carlos Capetillo Campos
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