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Reflexiones en voz alta

Carlos Capetillo Campos
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Por Carlos Capetillo Campos
carlos_capetillo@hotmail.com / @capetillocampos

El PRI siempre dará de qué hablar. Su surgimiento de los triunfadores de la revolución y su larga permanencia, prácticamente única en el ejercicio del poder, lo convierte siempre en el villano favorito, ya que como es natural, los factores básicos del bienestar no han sido resueltos a la población y algunas políticas iniciadas en los sexenios de gobierno del PAN y continuadas en este del PRI, no resolverán los problemas fundamentales de la sociedad, sino al contrario, algunos temas sensibles se agudizan.
Y a pesar de que los indicadores registrados no solo por dependencias del gobierno federal, sino por organismos internacionales que señalan que el país no va mal, la incapacidad de las áreas de comunicación social de la Presidencia y de las dependencias de gobierno, no logran penetrar en la aprobación social y da pie a que la calificación al Presidente sea negativa y esto es desde luego un referente ante la opinión pública que afecta al PRI.
Los tres jinetes del mal en los que cabalgan la corrupción, la impunidad y la inseguridad, males centrales de los que se derivan todos los que quieran, con habilidad se los endosan al PRI como si en él fertilizara únicamente lo negativo.
Y las encuestas reflejan la molestia ciudadana por algunas medidas adoptadas por el gobierno y opacan otras medidas de las que no se habla como se debe y que son de amplio beneficio social, como los créditos para vivienda a los trabajadores.
Las instituciones de amplio beneficio social han surgido siempre de los gobiernos del PRI, pero la mala administración de ellas y los desvíos originados por la corrupción y la ineficiencia no permiten reconocer lo bueno, solo lo malo.
Pero con todo, el PRI es el partido político con una plataforma de documentos que señala rumbo para el país, que tiene un concepto más claro de nación y de gobierno, que cuenta con una estructura muy entrenada y amplia para las luchas electorales y con las causas que siempre ha enarbolado, pero que ahora son banderas de los otros partidos, que, sin ninguna ideología, pretenden formar lo que le llaman un frente amplio con el único fin de derrotar al PRI y asumir el poder. Y ya tuvimos la experiencia reciente. ¿Lo asumen para qué? Para mal gastar los recursos petroleros, para enlutar miles y miles de hogares mexicanos, para derrochar dineros públicos en estelas de corrupción o para bloquear avenidas dañando la vida y los comercios de miles y miles de capitalinos o para demostrar fraudes electorales en cajas vacías.
Una de las desventajas y ventajas del PRI, es que al estar en el gobierno ejerce una disciplina apoyada por el poder, aun cuando ahora se está viendo una división dentro de las filas priistas, ante la percepción de una dirigencia sin liderazgo, a la que no se le considera pericia para enfrentar con éxito el proceso electoral del año próximo.
Las críticas en otros partidos no tienen complicaciones ni limitantes quizás porque no tienen el poder.
En el PRI si las criticas las emiten priistas, todas las dirigencias de sus múltiples organismos les caen en montón a quien osa criticar.
Si la crítica viene de otros políticos o de los medios, entonces si buscan una respuesta de aceptación a esas críticas, sin darse cuenta que muchas de esas críticas están encaminadas a debilitar al partido.
El poder no hay duda de que puede nombrar a un candidato, pero son las bases quienes lo harán ganar o perder.
Y no hay que inventar el hilo negro.
Las bases priistas saben quién es el personaje mejor posicionado en el ánimo de los electores y que sin duda ganará la competencia electoral. Solo hay que escucharlas.
Francisco Labastida era el candidato de la cúpula del poder, pero no de las bases.
Roberto Madrazo dividió las dirigencias de la cúpula y bases con capital electoral importante.
Pero el PRI siguió dándoles gusto a los altos grupos del poder y siguió perdiendo en estados y municipios.
Siendo el Presidente todavía el máximo poder, los organismos de gobierno y el PRI, deben de presentarle todos los elementos para que adopte la más difícil decisión de su mandato, porque a pesar de todo lo que digan, el PRI sigue siendo el partido a vencer.
Y no se trata de escoger al más preparado intelectual o administrativamente.
Ni al que le jure al Presidente lealtad a morir.
Simplemente debe ser el que se conecte con las bases sociales y sea leal a sus convicciones, a México.
Para gobernar primero hay que ganar.
No está el horno para bollos ni Magdalena para tafetanes.

Carlos Capetillo Campos
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