El 30 de septiembre de 2024 marca un hito histórico en la transición energética del Reino Unido con el cierre de su última planta eléctrica de carbón, Ratcliffe-on-Soar, ubicada en el centro de Inglaterra. Con este hecho, el Reino Unido se convierte en la primera gran economía del Grupo de los Siete (G7) en eliminar completamente el carbón de su matriz eléctrica, un combustible que había sido el pilar de su generación de energía desde finales del siglo XIX.
El cierre de la central es un paso clave dentro de la estrategia del país para alcanzar una producción eléctrica completamente libre de carbono para 2030 y lograr la neutralidad en emisiones de carbono en 2050.
Esta transformación no ha sido sencilla, pero ha sido impulsada por políticas que favorecieron el rápido crecimiento de las energías renovables, especialmente la eólica y la solar, que han reemplazado progresivamente al carbón desde 2012.
El analista Jess Ralston, del Energy and Climate Intelligence Unit, subrayó que este paso muestra al mundo que es posible llevar a cabo la descarbonización sin generar problemas energéticos graves, como apagones, gracias a la combinación de energías renovables y nuevas tecnologías de almacenamiento.
Sin embargo, no todos celebran este cambio. Para algunas personas, como Ray State, un exingeniero ferroviario, el fin del carbón representa el cierre de una era crucial para la historia industrial del país.
A pesar de estas opiniones, la mayoría de los expertos coinciden en que este es un avance necesario para combatir el cambio climático y liderar la transición energética global.