Hoy me siento agradecido y así es mi día. Estoy contento por esta nueva oportunidad que hoy tengo para compartir algo que te podrá ser de provecho en tu vida, así como es en la mía.
Estos días de la cuaresma son especiales, y son aprovechados para reconocer uno de los actos de sacrificio de mayor impacto en la historia del ser humano. Desde mi perspectiva, creo que se ha desvirtuado mucho el significado de un acto de amor incondicional como el sacrificio de Jesús que hizo por el hombre.
Creo, que culturalmente se ha querido enseñar que es un bueno sacrificarse por otros. Que es meritorio para la cercanía con Dios. Que al hacer esto serás una gran persona, pues es seguir los pasos de Jesús y su gran misión. Sin embargo, en mi experiencia esto no se ha tomado de la mejor manera para muchos. La distinción del sacrificio tiene varios significados que van desde “Ofrenda a una deidad en señal de homenaje o expiación”, hasta “Matanza de personas, especialmente en una guerra o por una determinada causa” e incluso “Acto de abnegación inspirado por la vehemencia del amor” (todos estos significados son tomados del diccionario de la Real Academia Española). Es este acto de abnegación lo que muchas personas recurren para justificar el poco amor propio que se pueden tener hacia ellos mismo. Muchos viven en la creencia que es correcto sacrificar la propia vida por ayudar, salvar o simplemente hacer felices a otros. De esto no trató el ejemplo que durante siglos se ha recordado año con año en estas fechas.
Un sacrificio es un acto de amor responsable en el momento que uno no entrega su felicidad y su dignidad. Es fácil ver cómo existen personas que dicen haberse sacrificado toda su vida por las personas que aman, y al final se sienten solos, incomprendidos, faltos de amor, faltos de reconocimiento. Entonces, ¿Para qué sirvió el sacrificio? Cuál era la misión de poner a un lado metas, logros y amor propio para hacer felices a otros, o sacrificarse por el bien de otras personas, si en primer lugar no se respeta la propia vida.
Como mencioné en el párrafo anterior, un sacrificio es un acto de amor responsable, y a la vez incondicional. Un acto sin condiciones no genera una expectativa del resultado, y mucho menos, se espera que haya una compensación por lo hecho. Un acto de amor de manera responsable es donde no se da más allá de lo que no se tiene. Donde uno mismo pone sus propios límites y reconoce hasta qué punto puede dar sin que se interrumpan los propios deseos, sueños y metas. Dar desde lo que ya tiene uno y no desde lo que le hace falta.
Fíjate cuántas veces te sacrificas por algo o alguien, esperando que suceda algo a tu favor (esto incluye que pienses que llegarás al “cielo”), y especialmente esperando que alguien más tenga una acción de reconocimiento hacia ti (que Dios, o alguien más, te ame). En ese momento NO estás haciendo un verdadero sacrificio. Estas olvidándote de ti mismo. No estas amándote y siendo responsable con tu propia vida. Estas condicionando un resultado, lo cual le quita la virtud al sacrificio. No tendrá efecto como un verdadero sacrificio si no eres responsable de ti mismo primero y lo haces sin condiciones. Este es uno de los grandes aprendizajes que nos pudo haber dejado esa enseñanza del sacrificio de Jesús. El amor es responsable e incondicional.
Tú tienes el poder de controlar tu vida… ¡Úsalo!
Luis E. Roche
Coach
