Renán Ermilo Solís Sánchez
El general Salvador Alvarado llegó a Yucatán el 19 de marzo de 1915, enviado por el presidente Venustiano Carranza, en los tiempos posrevolucionarios. Fue gobernador y comandante militar de Yucatán.
Fue un visionario y para llevar a cabo su obra expidió más de mil decretos de diversa naturaleza, con la visión y pensamiento de un hombre liberal. Tambiénfundó el Partido Socialista Obrero, que más tarde se convirtió en el Partido Socialista del Sureste.
A Salvador Alvarado le debemos la vigente Constitución Política del Estado de Yucatán, promulgada en 1918. Se trata de un ordenamiento de avanzada, que fue nutrido con su invaluable pensamiento y aprobado por el Constituyente.
Tenía en mente y en su actuar un apego inconmensurable a la honradez y honestidad, lo que se vio reflejado con la mano dura aplicada a los delincuentes.
Esa honradez la exigió con todas sus fuerzas a los actos de la Administración pública. Y en varias ocasiones se pronunció en contra de la falta de esahonradez en la Administración de Justicia.
Llegado el momento, específicamente el 8 de enero de 1918, en la exposición de motivos de la nombrada Constitución local, apuntó:
Con dolor, con honda pena, me veo obligado a declarar que, a pesar de mis reiterados esfuerzos y de mi celoso empeño, no he podido conseguir que la Justicia honrada, salvo algunas excepciones, se imparta en el Estado. No obstante las constantes remociones de los funcionarios del Poder Judicial, no obstante la pureza que he querido imponer en todos los Ramos de la Administración Pública, me veo en la triste necesidad de confesar que no he podido conseguirla en la Administración de Justicia.
[…]
Puede creer, ese Honorable Congreso, que fue motivo de hondas vacilaciones para mí, suprimir la elección popular como medio de designar a los Magistrados del Tribunal Superior de Justicia; pero la experiencia adquirida demuestra que la elección popular directa de los Magistrados no ha dado a éstos independencia ni personalidad propia, y por tanto, solo se consigue, con la elección que los partidos políticos postulen y elijan Magistrados, no a los ciudadanos que mayores merecimientos tengan para el puesto, sino a aquellos que por servicios políticos reciben los puestos como recompensa de ellos.
[…]
Vuestra honorabilidad, los Magistrados del Tribunal Superior serán electos por el Congreso, de la mala elección de éstos, responderán a sus conciudadanos los Diputados que los eligieron y no el Pueblo. Los Magistrados tendrán la garantía que sólo podrán ser removidos en el juicio de responsabilidad, dará a éstos la independencia y honorabilidad de que hasta hoy, en su mayor parte, han carecido.
Hoy, más de cien años después, debemos considerar las enseñanzas del pasado y, particularmente, valorar la visión del general Salvador Alvarado.
Lo que estamos viviendo ahora con la propuesta dereforma judicial sería indudablemente un enorme retroceso, la idea era avanzar en el tema, por lo que sugiero que la reforma judicial se enfoque a la designación de los administradores de justicia con base en la selección y propuestas que realicen las universidades y colegios de profesionales del Derecho, considerando a los miembros más destacados del Poder Judicial, pero también de la academia y del foro.
No está por demás recordar que las cualidades y el perfil idóneo de un juzgador es contar con conocimientos, preparación y experiencia; tener una trayectoria limpia, la cual dará cuentas de su honestidad y honradez; estar en capacitación constante, además que sea susceptible de ejercer la función judicial con prudencia y sabiduría, pero también con valentía y, particularmente, con vocación inquebrantable.
¿El mecanismo propuesto en la reforma judicial, nos ayudará? Por supuesto que no. Es, sin duda, el peor.Únicamente lograremos administradores de justicia de origen partidista, cuya función será representar intereses ajenos a la justicia. Cada vez que se impugne un acto del Ejecutivo o del Legislativo será declarado “constitucional”; por tanto, el Poder Judicial se integrará con jueces de partido y se convertirá en una “Cámara Judicial, revisora y validadora” de los actos que se reclamen al Ejecutivo y Legislativo.
Analicemos -si es que tiene cabida el verbo- el pasado, valoremos el presente y fijemos nuestro rumbo para el futuro.
Nuestra patria, debe ser más grande, que nuestros intereses en conflicto.
Si en verdad se desea lo mejor para México, entonces optemos por otro sistema para nombrar jueces, magistrados y ministros, pero no la elección.
Mérida, Yucatán, México a 3 de septiembre de 2024.