La Revista

Sangre en las calles

Manuel Triay Peniche
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Ayer, 11 de diciembre, el Ejército Mexicano cumplió diez años en las calles de México en una lucha contra el narcotráfico que ha dejado la friolera cifra oficial de 186,000 muertos. La intención de acabar con el crimen organizado, que comenzó el panista Felipe Calderón Hinojosa y continúa el priista Enrique Peña Nieto, está muy lejos de cumplir su objetivo, la violencia va en aumento al igual que los carteles que ya suman nueve,  y las células delictivas
que ya son 37.
El Inegi habla de 186 mil 297 asesinados entre diciembre del 2006 y diciembre del 2015, de los que 122,462 se registraron durante el gobierno de Calderón, y 63,835 en los tres primeros años
de Peña Nieto.
Ahí no termina la tragedia que cubre al país: el Registro Nacional de Datos de Personas Extraviadas o Desaparecidas reporta 28 mil 937 desaparecidos en el fuero común del 2007 a octubre de
este año, además de 966 del fuero federal en el mismo periodo. Total: 29 mil 903. Si la perra está amarrada para qué la sueltas.
En diez años muchas cosas han cambiado, entonces había siete grandes carteles pero sus cabezas eran perfectamente visibles, como el Chapo Guzmán, los hermanos Arellano Félix, Osiel Cárdenas,
los Carillo Fuentes y los Amezcua. Ese era el momento en que las autoridades pudieron haber negociado, pero hoy el mapa del narcotráfico ha cambiado, ya la organización criminal no tiene líderes visibles, se ha fragmentado y eso haría mucho más complicada
una negociación.
Hay quienes opinan que “La estrategia contra el narco fue de ataque frontal pero el crimen muta”, y es verdad: De las extorsiones se pasó a los secuestros, robos y delitos patrimoniales,
además del control de las plazas y el trasiego de drogas que continúan en aumento.
Por si fuera poco, hay una notable falta de coordinación entre las autoridades federales y las estatales, y nunca ha sido cerrada la llave del dinero. No hay un solo banco sancionado o banquero
pagando por el lavado de dinero.    
Además, la falta de empleo y la pobreza, que agrupa al 52 por ciento de los mexicanos, han sido tierra fértil para la proliferación del crimen que, en opinión de quienes saben, disfruta de
un pacto de impunidad con una clase política cómplice, ya sea por acción u omisión.
Hay suficientes pruebas para afirmar que políticos y criminales operan juntos, e incluso se estima que el 50 por ciento del dinero que se gasta en las campañas políticas, en todos los partidos,
es con financiamiento ilícito.
Si sumamos a esa política equivocada del Ejército en la calle, la impunidad, la complicidad de las clases política y la empresarial, y la orgía de dinero público mezclado con dinero criminal,
han de pasar no otros diez años, sino muchos decenios más y ese cáncer se seguirá extendiendo a lo largo y ancho del territorio nacional, y la sangre de nuestros coterráneos seguirá tiñiendo de rojo nuestra patria.

Manuel Triay Peniche
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