Por: Cristina Padín
Cecilia cada noche interpretaba una pieza al piano.
Preciosa! Sus manos de dedos casi tan ágiles como generosos poseían un talento
enorme para la música. Creía en Dios pese a no ir casi nunca a misa… y creía
también que en el cielo habitaba su querido abuelo.. y que podía escuchar sus
canciones.. a él también le fascinaba el sonido.
Cecilia tenía catorce años. Amaba el flamenco y leer, el chocolate…
a él. D.. tan mono!
Cecilia adoraba los tambores. Panderetas. La música de Semana
Santa. La de Navidad. Era culta y alegre… tocaba la guitarra española y
aprendía con el violín. Tenía dinero ahorrado para un viaje a Viena.. pero
ahora le faltaba una cantidad. Se la había dado al señor que pedía en la
iglesia para que se comprara unas botas.
El vecino del quinto era valiente. Amaba el Realismo Mágico.
Las castañas. El mar… Aquella tarde de 22 de noviembre en Orense el sol teñía
de amarillo y dorado nostálgico cada plaza y cada esquina. Cecilia estudiaba en
casa… y en la pausa que hizo tocó algo con la flauta. El vecino valiente bajó
a ovacionarla… y quiso hacerle un obsequio. Los cien euros que faltaban para
el viaje…
…y un disco de ColdPlay… aunque él era más de Julio Iglesias..
A la música. La vida sin música no existe
A Cecilia madre, a Cecilia hija, a la abuela y al padre
A mi bisabuelo: músico
A la bella ciudad de Orense: tan valiente
A las personas generosas
A los M: los mejores
Al flamenco y a los que aprecian el flamenco
Al Realismo Mágico
A cada instrumento
A la cultura
A Luis
A JC, M, A
A I, que ama la música
A ColdPlay, que me encanta
Y a Julio Iglesias, que me fascina
A Grethel
Y a los valientes