Cada final de septiembre la cita con lo bello y con las emociones estaba en Brión. Santa Minia descansaba serena en su cama.. y no dejaba jamás de acariciar y de ayudar..
Hacía calor, y como siempre el inminente octubre alargaba el verano varias semanas. Era la fe, la tradición, lo que importa y lo que hay que proteger. Lo nuestro..
Iban a misa. Comían el pulpo. Veían a los conocidos de cada romería. La abuela les hablaba de santa Minia desde que eran bebès.. de su fuerza, su lealtad. Su ser.
Y los niños, ya con nueve y diez años, ya se emocionaban mucho. Y querían también ser valientes, como la niña romana que nunca negó a Dios, y querían ser firmes.
Y lo eran. El cura y la abuela les ofrecían valiosos consejos. Compartir. Ayudar al que necesita ayuda. No insultar, el insulto es burdo, hiere a Dios. No mentir…
Y los niños intentaban hacer todas esas cosas.. y amaban a santa Minia. Rezaban frente a ella y le contaban sus cosas. Y la festejaban cada 27 de septiembre..
Mi abuela adoraba a santa Minia y nos enseñó a adorarla
A santa Minia. Viva Santa Minia
A mis amigos Hugo, Jose, Ana.. por más romerías juntos
A mi Luis
A cada vela que alumbra a la vera de santa Minia y a cada intención
A la gente de verdad
A mi amiga Carmen
A las tradiciones y a lo nuestro
A las abuelas y a mi abuela
