Saboreaba cada día, pero deseaba que llegara el viernes. Irían al pueblo. Madrid le encantaba y el pueblo de la sierra la enamoraba. Bueno, en verdad la enamoraba él. Le temblaban las piernas cuando se cruzaban.. y jugaba a imaginar sus besos. Él no parecía interesado.. así es la vida. Vería a su amigo Elías.
Qué diferente era Elías de aquel otro E. Elías quería ser torero, y el abuelo de ella, veedor y hombre de campo, le ayudó un poquillo. Ahora era un novillero prometedor. Y seguía siendo como siempre: humilde y noble. Un chico excelente. Al otro E le habían echado un cable para una gestión.. o dos..
..pero ya no lo recordaba. Había olvidado el tiempo aquel. Triunfaba en lo suyo y ya no la conocía a ella, ni la saludaba…
Acabó el examen, le salió genial porque se lo había preparado, y salió al recreo, al patio, al sol. No importaba nada! A la gente desagradecida se la ignora! Qué bello día!
Dedicado a la gente agradecida y noble
Esta historia la he construido basada en dos: una que me contaron sobre gente sin gracias (y sin gracia) y otra sobre un ser de ley
A Elías: un joven que sueña el toreo en Pontevedra
A las lecturas y a la gente que lee
A Luis
Al toreo
A Carlos, Marta, Pablo, Hugo, Lourdes
A los novilleros
Y a los que trabajan por el toreo