La Revista

Sigue la farsa

José Francisco Lopez Vargas
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Claroscuro, por: Francisco López Vargas. 

La discriminación es un tema cotidiano al que hace
alusión el presidente López Obrador pretendiendo hacerse la víctima cuando él
la práctica diario y de ello hay varios ejemplos.

Xóchitl Galvez es quizá la panista más auténtica que
hay en ese partido al día de hoy. Entró
ahí en el gabinete de Vicente Fox y admite que no está afiliada a ese partido,
en una charla concedida en el Senado de la República, pero hoy todos parecen
tratar de persuadirla para ser la candidata presidencial de la Alianza, pero
ella luce imbatible como candidata a la jefatura de gobierno de la Ciudad de
México.

Es una mujer que dice y hace. No sólo se queda en el
dicho, y trata, a pie juntillas, de ser congruente y lo es.

Este lunes trató de hacer cumplir un mandato judicial
que le concedía el derecho de réplica luego de que el presidente López Obrador
dijo que ella había solicitado la desaparición de los apoyos a los adultos
mayores, lo que, como ya todos sabemos, fue una mentira más y por la que la
senadora por el PAN lo denunció y acreditó que el dicho presidencial era un
abuso en medio de un acto de gobierno, como se consideran las mañaneras.

Pública Reforma: El Presidente Andrés Manuel López
Obrador afirmó que no permitirá que la senadora Xóchitl Gálvez acuda a la
mañanera porque quiere ser candidata a Jefa de Gobierno de la CDMX.

Luego de que Gálvez intentó entrar este lunes a la
conferencia y se le impidió, López Obrador aseguró que la senadora panista
busca publicidad.

-¿Va a permitir que venga a la mañanera?, se le
preguntó.

“No, que hagan sus manifestaciones, lo que están
haciendo no es propaganda, es publicidad”, acusó AMLO.

“Quiere ser candidata, no sé, a Jefa de Gobierno,
o a la Presidencia, allá, que vaya a donde viven los fifís, seguro van a votar
por ella”, termina la cita de Reforma.

Ni la orden de un juez sirvió al presidente que, con
su negativa, pareció decir: aquí sólo se habla de Morena, los demás que hagan
lo suyo como puedan. Lejos de un mandatario que gobierna para todos y que vela
por la democracia y las leyes.

López Obrador no termina de entender que él practica
la peor de las discriminaciones: no le gustan los que piensan distinto, los que
no lo halagan ni militan en su partido, y no los respeta: les echa encima todo
el poder del aparato presidencial.

Acusa a los demás de discriminar a los pobres, a él
por su supuesto origen humilde y a los que simpatizan con Morena, pero él
discrimina a todos los demás: a las mujeres y
los feminicidios han crecido y desapareció las estancias infantiles y
ahí discriminó por partida doble: a las madres trabajadoras y a sus hijos.

Hay desabasto de medicinas y ahí discrimina a todos:
niños, ancianos, a gente con males catastróficos; hay austericidio de programas
de salud, en empleos, sueldos y salarios en el sector público y arremete, cada
vez que puede, contra quienes ganan más que el presidente cómo si sólo el
mereciera su sueldo cuando en los hechos todo le paga el Estado, incluida la
educación y hasta el vestido de su familia.

La primera condiciones para se un demócrata es estar
convencido de que se gobierna para todos, de que se puede llegar a arreglos con
quienes piensan distinto, de que se puede negociar con empresarios con la ley
en la mano y privilegiando ante todo al país.

El presidente fingió que gobernaba para todos en sus
primeros meses después del triunfo, ya en la silla presidencial ha dejado claro
que será capaz de usar todo el poder del Estado para aplastar e intimidar a
quienes no se cuadren a sus deseos, a su visión de país y mucho menos a su
autoridad, a la que le de ser presidente.

Andrés Manuel tiene un enorme complejo que lo hace ser
como es: un persona que necesita que lo respeten, cree que el poder le dará ese
respeto que él mismo no se gana porque es incapaz de respetar a nadie. Lo suyo
es someter, antes de convencer y para poder hacerlo necesita el respeto que le
da una investidura, esa que se le termina en septiembre de 2024.

Quien no ha respetado la ley jamás, no esperemos la
respete ahora para fingir que la acatará mientras en el ejercicio cotidiano la
violenta y la evade.

López Obrador nos puso un botón de muestra más: la
orden de un juez sobre el caso de Xochitl la volvió a ignorar, como lo hizo con
la ayuda de Sánchez Cordero y Ernesto Zedillo cuando no tenía residencia en la
capital y lo hizo el PRD candidato a jefe de gobierno; cuando violó la orden
judicial en el caso de Santa Fe, como violó la ley proponer modificaciones
constitucionales contrarias a la carta máxima, como violó su palabra empeñada
en campaña.

López Obrador no es un demócrata, no es un humanista,
no es un hombre respetuoso de la ley y hay quienes creen que va respetar las
próxima elecciones presidenciales si él y su partido no las ganan.

No lo hará porque ya empezaron con cinco meses de
anticipación con la pasarela de sus corcholatas que terminarán de dimitir esta
semana para empezar un recorrido por el país en calidad de aspirantes al título
de “guardianes de la cuarta transformación” para no aceptar que son
precandidatos a la presidencia que cinco meses antes de lo permitido por la ley
no sólo la violentan sino la ignoran.

López Obrador no respeta ni al próximo presidente
-quien quiera que sea y menos si es de Morena- al decirle desde ahora a quienes
deberán unir en su gabinete, en los demás poderes y darle la encomienda de
cambiar leyes, de cambiar el régimen y la corte para que los jueces se elijan
mediante procesos democráticos haciéndolos cómplices de sus aspiraciones.

¿Vieron lo que pasó en Veracruz con Cuitláhuac García
con una jueza porque no acató lo que él dispuso violentando la orden de otro
juez?

¿Ya se les olvidó la revocación de mandato? Ahí estará
en 2018 por si el presidente que sea no respeta lo que él quiera como él lo
quiera.

¿Nos podemos dar el lujo de dejar ganar a su favorito?

La farsa continúa y él es su principal protagonista.

PD

En el Estado de México se conjuntó una buena candidata
con un pésimo gobernador y Morena, sin elecciones para alcaldes y diputados
locales, apenas logró 8.5 puntos para su victoria; en Coahuila fue la fórmula
completa: buen gobernador, de esos que dan resultados, y buen candidato para
ganar sin objeciones la elección.

En Yucatán, se elige presidente de la República,
senadores, diputados federales y locales, gobernador, alcaldes, regidores y
demás, y la fórmula parece ganadora: gobernador con resultados y candidato
inmejorable. La lógica pareciera cumplirse…

José Francisco Lopez Vargas
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