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Sobrevivir V – Camino a la extinción

Santiago Heyser
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De Ser a Ser, por: Santiago Heyser.

En un planeta redondo, un modelo económico de consumo
al infinito lleva a la destrucción vía el agotamiento de recursos y a la
catástrofe del medio ambiente que sustenta la vida.

Hoy la realidad está así. En términos generales, la mayoría de las cosas
que benefician la vida del ser humano disminuyen y la mayoría de las cosas que lo
perjudican van en aumento. La pregunta es: ¿qué sucederá primero?, el colapso o
el cambio de tendencia mundial hacia un entorno que proteja la vida,
consecuencia del actuar individual que promueva y contagie un esfuerzo colectivo
que beneficie a todas las especies, incluida la especie humana.

Vivimos en un planeta redondo con un inventario finito de recursos. No
hace falta ser un genio para deducir que, con una población en aumento que
gasta y consume recursos a una velocidad mayor a la que éstos se renuevan, el
resultado es la extinción de nuestra especie. Lo sé, parece exageración, pero suena
catastrófico porque en realidad lo es; ¡esto ya comenzó a suceder desde hace
algunas décadas! Ahora bien, el problema inicia porque nuestra atención se
centra en el día a día, en sobrevivir resolviendo los problemas de la vida
cotidiana: el trabajo, cubrir las cuentas del mes y, cuando tenemos un momento
libre, asegurarnos de distraernos y evitar la realidad con la TV, chats,
películas, fiestas, reuniones, salidas y comidas, para recibir a cuenta gotas
momentos de alegría que compensen el drama y el estrés de todos los días,
mientras tanto, no prestamos atención a cómo nuestro entorno se deteriora y los
recursos naturales se agotan; esto genera un segundo problema: creemos que la
crisis va a suceder en el futuro y que no nos va a tocar a nosotros ni a
nuestros hijos y nietos, la razón es porque el deterioro sucede de forma
paulatina y entonces no lo notamos; como consecuencia vivimos como si nada nos
fuera a pasar, no entendemos que el colapso comenzó desde que acabamos con la
primer especie animal, cuando hicimos un agujero en la capa de ozono con la
contaminación, cuando matamos la vida en miles de kilómetros cuadrados de
arrecifes y deforestamos millones de hectáreas de bosques; por eso la realidad
demanda que actuemos ¡hoy!, no mañana, no el próximo mes.

Tenemos que comprender que nuestra existencia depende en última
instancia de la naturaleza y su biodiversidad y ambos sistemas están
colapsando. Comencemos por hacer consciencia de la crisis del agua, elemento
vital para la vida. De acuerdo con datos del programa
Aqueduct del Instituto de Recursos Mundiales (WRI, por sus siglas en inglés), 17
países tienen un índice extremadamente alto de estrés hídrico, lo que significa
que la demanda de agua potable es más alta que la cantidad disponible. De más
de 150 países que conforman el estudio, México se encuentra en el lugar #24
(https://www.wri.org/applications/aqueduct/country-rankings/) ¡La crisis del
agua ya comenzó! El 16 de abril 2018 fue anunciado como el ‘Día Cero’ del agua
para la ciudad del Cabo en Sudáfrica. Desafortunadamente el problema del agua
no es el único, de acuerdo con Stephen Emmott, Director de Ciencias
Informáticas de Microsoft y su equipo de científicos, para finales de este
siglo habrá 10 mil millones de personas habitando el planeta y las
consecuencias de esta sobrepoblación mundial no es un panorama alentador (fuente: Documental ‘10 mil millones’.
YouTube).

El clima, es otro de los sistemas de soporte vital que determina si
podremos vivir o no en este planeta, está generado por 4 elementos que ya se
encuentran desestabilizados: 1. La atmósfera (el aire que respiramos), está
siendo modificada por las crecientes emisiones de CO2; 2. La hidrosfera (el agua
del planeta), modificada por nuestro creciente uso del agua; 3. La criósfera,
los casquetes polares, glaciares y en general toda el agua en estado sólido, modificada
por el aumento de la temperatura de la atmósfera y de la superficie del mar; 4.
La biósfera, las plantas y los animales, modificada por la creciente
explotación del suelo con fines agrícolas, urbanos y mineros, además de toda la
contaminación que creamos.

Por otro lado tenemos la biodiversidad que estamos destruyendo, sin
comprender que es la que nos aporta las cosas que la naturaleza nos da gratis:
agua, comida y el clima. La pérdida de biodiversidad que estamos
viviendo, de acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la
Alimentación y la Agricultura (FAO) nos lleva a la degradación
de los ‘Servicios Ecosistémicos Vitales’ que nos proporcionan: 1. Servicios
de abastecimiento, los beneficios materiales que las personas obtienen de los
ecosistemas, por ejemplo, el suministro de alimentos, agua, fibras, madera y
combustibles; 2. Servicios de regulación, los beneficios obtenidos de la
regulación de los procesos ecosistémicos, por ejemplo, la regulación de la
calidad del aire y la fertilidad de los suelos, el control de las inundaciones
y las enfermedades y la polinización de los cultivos; 3. Servicios de apoyo, necesarios para la
producción de todos los demás servicios ecosistémicos, por ejemplo, ofreciendo
espacios en los que viven las plantas y los animales, permitiendo la diversidad
de especies y manteniendo la diversidad genética; 4. Servicios culturales, los
beneficios inmateriales que las personas obtienen de los ecosistemas, por
ejemplo, la fuente de inspiración para las manifestaciones estéticas y las
obras de ingeniería, la identidad cultural y el bienestar espiritual.

Para finalizar, por un lado hay quienes consumimos a un ritmo
insostenible. Según datos de Global
Footprint Network
, responsable del cálculo del ‘Overshoot Day’ (Día de la sobrecapacidad de la Tierra), a nivel
mundial, la humanidad vive como si tuviera 1.75 planetas tierra a su
disposición; es decir, estamos viviendo a costa de los recursos naturales de
las futuras generaciones, lo que es inaceptable; mientras que millones de
personas no pueden cubrir sus necesidades básicas y de realización,
consecuencia de la desigualdad y la distribución desequilibrada de la
riqueza, generada por un sistema económico que, de acuerdo con la OXFAM Internacional, actualmente se concentra
el 82% de la riqueza del mundo en un 1% de población.

Pero no todo son malas noticias, la alternativa al colapso existe, ¡si
nos apuramos y actuamos hoy! Depende de cada uno de nosotros y de la suma de
esfuerzos individuales, generar una masa crítica que sea suficiente para que
cambiemos nuestra forma de pensar y en consecuencia comencemos a vivir de una
forma diferente que nos permita detener y revertir los daños y desequilibrios
causados hasta el momento, y comenzar a poner los cimientos de una nueva
sociedad que, con acciones inteligentes, lógicas y estratégicas, a partir de
comprender la realidad actual, nos permitan proyectar un futuro armónico,
estable y en equilibrio en el que cada ser humano pueda vivir a plenitud… ¡Así
de sencillo!

Un saludo, una reflexión.

Twitter: @SantiagoHeyser
Correo: heyser@deseraser.mx

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