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¿Sorprendente o no? En el caso de Donald J. Trump, no parece haber gota que derrame el vaso

Ariadne Morales Acevedo
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Por: Ariadne Morales Acevedo.

Con el apoyo del Partido Republicano, a pesar de todo, Donald Trump da inicio a su campaña “Save America” rumbo al 2024…

El pasado mes de junio, el expresidente Donald J. Trump regresó a la escena política estadounidense durante la Convención Anual Republicana en Carolina del Norte. Su segundo discurso público tras dejar el cargo en enero del presente año y tras meses de silencio y de planeación respecto a su futuro político.

De su discurso, no fueron ni noticiosos ni sorpresivos sus ataques contra el Presidente Biden, la situación migratoria, la economía ni la política exterior. Tampoco lo fue su ataque contra China y sus intenciones de cobrarle una suma de diez trillones de dólares en compensación por el daño causado al mundo; insistiendo en la teoría de que el virus del Covid-19 fue creado en un laboratorio en la ciudad de Wuhan, China. Ni sus repetidas acusaciones acerca del supuesto fraude electoral del que se dice fue víctima durante las elecciones federales del 2020.

Las que sí lo fueron, dividen opiniones. La esperada, la primera. Trump destapó sus intenciones para contender de nuevo en las elecciones del 2024. No sin antes voluntariarse para ayudar al GOP (Grand Old Party), a ganar las elecciones intermedias del 2022. Ya que, de acuerdo con sus datos, la supervivencia de América depende de la habilidad de su partido en lograr la elección de sus candidatos en todos los niveles posibles. La segunda, la sorprendente, o ¿no? Este evento sirvió al expresidente para afianzar su posición como líder del GOP, mejor conocido como Partido Republicano.

La primera, como todos los acontecimientos durante la época trumpeana- shocking but not surprisingimpactante pero no sorprendente. Sorprendente sería que un hombre como Trump fuera capaz de dejar el poder y aceptar su derrota tan fácilmente. Su auto apreciación de “grandiosidad y narcisismo”, descritos por el psicólogo Dan P. McAdams de la Universidad de Northwestern, debieran ser prueba fehaciente de lo contrario. Así como sus falsas afirmaciones acerca del fraude electoral durante el 2020 y sus intentos por presionar al Departamento de Justicia por parte de su equipo, e incluso a título personal, para desestimar dichos comicios.  

De la segunda, lo que  sorprende, es el gran apoyo que aún recibe el expresidente por parte del Partido Republicano.

Hagamos un breve recuento de sus acusaciones legales.

 ANTES: Previo a su victoria electoral en 2016, el mandatario contaba ya con una serie de acusaciones, tanto penales como civiles, por asuntos de corrupción, violación y acoso sexual, trata de indocumentados, fraude, discriminación, nexos con la mafia, entre muchas otros.  Las cuales, comienzan en los años setenta y se han ido sumando hasta la fecha.

EN CAMPAÑA: Sus lazos y amplias comunicaciones con Rusia durante la campaña le valieron una larga investigación por parte del FBI las cuales, concluyeron que la intervención Rusa fue “generalizada y sistemática” y que “violaba la ley penal de los Estados Unidos”. Además de reconocer el papel que jugaron en favorecer a Trump y desacreditar a Clinton. Dando lugar a acusaciones y condenas de funcionarios de la campaña de Trump, incluidos dos asesores de campaña, su abogado personal, su presidente de campaña y su asesor de seguridad nacional. Así como a estadounidenses asociados, por cargos no relacionados y a veintiséis ciudadanos rusos y a tres compañías de aquel país. Incluso, el Comité de Inteligencia del Senado, liderado por el GOP, catalogó a la “investigación del Congreso de más alto perfil” como  “coherente y bien construida” y “adecuada” y reconoció que “no hubo presión por motivos políticos para llegar a conclusiones específicas”.

DURANTE: Durante su presidencia, nada más y nada menos que dos fueron los juicios políticos que se realizaron en su contra. Siendo el primer Presidente, e incluso oficial federal, con este record. El primero, por abuso de poder y obstrucción del Congreso. Esto, después de que la Cámara de Representantes iniciara una investigación en su contra por solicitar interferencia extranjera en las elecciones del 2020 para ayudar a su reelección, para después obstruir a la ley al hacer caso omiso de las citaciones y documentos solicitados por los fiscales.

El segundo juicio político, por incitación a la insurrección, tras intentar revocar los resultados de las elecciones presidenciales 2020, incluidas sus acusaciones de fraude y presión a funcionarios electorales. Así como acusarlo de incitar a la toma del Capitolio en Washington, D.C. el 6 de enero del año en curso, mientras los congresistas se reunían para contar votos del Colegio Electoral y así certificar la victoria del Presidente Joe Biden. Sin embargo, por segunda ocasión, fue absuelto. A 10 votos de la mayoría de dos tercios se quedó el Senado para poder condenar delitos graves y faltas. Condena que le habría valido al Senado votar para descalificarlo para ocupar un cargo en el futuro.

DESPUÉS: Los escándalos y las acusaciones legales en su contra siguen aumentando con el paso de los meses. Sin mencionar las nuevas acusaciones de violación a la periodista E. Jean Carroll en el año de 1990, las acusaciones a la Organización Trump por parte del Fiscal de Manhattan, las acusaciones a Allen Weisselberg, un alto ejecutivo de sus empresas, por evasión de impuestos, ni la investigación que la Cámara de Representantes ha iniciado para desenmascarar operaciones falsas con el permiso de la ley por parte del Departamento de Justicia, el pasado 15 de junio el Congreso de Estados Unidos abrió una investigación para esclarecer lo ocurrido en el Capitolio el pasado 6 de enero del presente. A través de la creación de un comité selecto se investigará el origen de la mortal insurrección con el objetivo de que no vuelva a ocurrir un evento de tal magnitud. Además, está destinado a examinar el papel del expresidente Donald Trump en la inspiración a los disturbios y el asalto.

No es de extrañar que un partido político apoye fervientemente a sus candidatos, y aún más a sus Presidentes y expresidentes, tras terminar sus mandatos. Sin embargo, en el caso de Trump, pareciera que no hay gota que derrame el vaso. Si bien no es el primer Presidente con que ha dado de qué hablar, sí es el primero con acusaciones tan graves y numerosas como las existentes en su contra. Hace falta tan solo recordar el escándalo de Watergate del expresidente Nixon, el juicio político que lo llevo a renunciar al cargo y los videos,  acusaciones y confesiones que vinieron incluso después de su dimisión al cargo. Sin embargo, entre el expresidente Nixon y el expresidente Trump, hay una gran diferencia. El escándalo de Watergate le costó a Nixon no solo la lealtad de sus colegas republicanos, sino la mismísima presidencia de Estados Unidos, y el futuro de su, hasta el momento, fuerte carrera política.

Trump mientras tanto, sigue en la contienda, sigue siendo el líder del Partido Republicano y con su nueva campaña- Save America-  Salvemos a América; la cual ya comenzó, y prevé eventos durante todo el verano (entre rallies, eventos de donación, etc.),  continuará afianzando su posición dentro de este Partido. Al cual, parecen no importarle los escándalos ni las acusaciones legales, tanto penales como civiles, tanto pasadas, como presentes y, peor aún, las futuras del expresidente Trump y, seguramente, futuro candidato presidencial 2024.

Lo cual, por un lado, permite concluir que, por parte del Partido Republicano no se puede esperar mucho. Muy fácil dio a conocer su limitada escala de valores con tal de ganar. Y por el otro, respecto a Trump, que al paso con el que van incrementando las noticias y los escándalos a su alrededor, lo peor aún no lo hemos visto.

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