Stellantis, uno de los mayores fabricantes de automóviles del mundo, está evaluando la posibilidad de aumentar los precios de sus coches de gasolina e híbridos para reducir su venta en el mercado europeo y así evitar las fuertes multas impuestas por la Unión Europea por no cumplir con las estrictas normas de emisiones de CO₂ que entrarán en vigor en 2025. Jean-Philippe Imparato, recientemente nombrado jefe de la división europea de la compañía, ha confirmado que el grupo está dispuesto a reducir la producción de vehículos de combustión interna en lugar de pagar sanciones millonarias.
Las normativas de la UE, conocidas como las normas CAFE (Corporate Average Fuel Economy), exigen que los fabricantes de automóviles reduzcan las emisiones promedio de su flota a 93,6 g/km de CO₂. Aquellos que no logren cumplir con estos objetivos enfrentan multas de 95 euros por cada gramo adicional de CO₂ emitido por vehículo vendido, lo que podría resultar en multas de hasta 15.000 millones de euros para algunos fabricantes, según estimaciones del presidente de la Asociación Europea de Fabricantes de Automóviles (ACEA).
Para evitar estas sanciones, Stellantis ha decidido no solicitar prórrogas ni ajustes a las normas, a diferencia de otros fabricantes como Renault y Volkswagen, que buscan que la UE reconsidere sus estrictos requisitos. En cambio, Stellantis planea ajustar directamente su producción, fabricando menos vehículos de combustión interna y aumentando la cuota de ventas de coches eléctricos e híbridos enchufables (PHEV). Imparato ha mencionado que, para cumplir con las metas de emisiones, la compañía necesitaría vender un coche eléctrico o PHEV por cada cuatro vehículos de combustión interna.
Otra medida que podría implementar la empresa es aumentar los precios de los vehículos con motor de combustión. De esta manera, se desincentivaría su compra, favoreciendo a los modelos eléctricos que serían más atractivos económicamente. Aunque esta estrategia podría tener implicaciones en el corto plazo, como la reducción de las entregas y una mayor presión en las plantas de producción, la compañía parece estar dispuesta a asumir estos riesgos en favor de un futuro alineado con las normativas medioambientales.
Recientemente, Stellantis también ha enfrentado otros desafíos en Europa y Norteamérica, como la suspensión temporal de la producción en su planta de Mirafiori en Italia, donde se ensamblan vehículos eléctricos como el Fiat 500e y modelos de Maserati, debido a la baja demanda. Además, ha anunciado la suspensión temporal de la producción en otras plantas durante noviembre.
La estrategia de Stellantis refleja un cambio significativo en la industria automotriz, donde las empresas están siendo forzadas a adaptarse rápidamente a las demandas regulatorias y a la transición hacia los vehículos eléctricos, en un mercado aún en desarrollo y con una demanda que no siempre es estable.