Sic Sac, por: M.A. Elda Clemente Reyes.
Es una de las figuras principales de una campaña política y
en la estructura de cualquier gobierno. Con sus conocimientos y aptitudes los
asesores logran ubicarse entre los tomadores de decisiones en momentos claves,
cuando la situación se sale de control y la crisis mediática hace polvo lo
planeado.
Si un gobernante comete un error, inmediatamente surge la
pregunta ¿Quién la (o) asesora? La incertidumbre se apodera de la sociedad y la
interrogante se vuelve viral ¿Quién está detrás de sus acciones y decisiones?
Hay políticos que no acostumbran contratarlos, otros se
dedican a subestimarlos y algunos les obedecen a ciegas, aunque no siempre los orienten
de la mejor manera.
En teoría un asesor es un especialista y ofrece sus servicios
en uno o varios temas: comunicación, estrategia política, marketing, discursos.
En la práctica es el responsable de guiar la decisión que tomará el político.
A partir de una metodología, análisis del entorno, conocer
las aspiraciones, deseos y motivaciones de los actores, podrá delinear un
programa de asesoramiento y contención, y un plan de comunicación política, sujeto
a posibles ajustes conforme se vaya cumpliendo cada etapa.
Conociendo a detalle a todos los jugadores, el territorio y el
uso efectivo de las tecnologías de la comunicación, acompaña y aconseja,
transformándose en la mujer o el hombre más influyente en el bunker del
gobernante del político o del candidato, con una misión única; que su cliente
logre la aprobación de su pueblo o gane la campaña. Actualmente, hay políticos
asesorando y “súper asesores” convertidos en políticos.
En Campeche, vemos aciertos y desatinos terribles, penosos,
que pareciera que los hacen al propósito para dejar mal parada a su jefa o
jefe.
Mientras unos personajes no
se dejan ayudar, otros, van de la mano con sus consejeros, prestándoles oídos
para todo, haciendo a un lado su propio “criterio” su “intuición” que le
advierte no seguir a ciegas lo que le ordenan hacer. Grave falla. El sentido
común del político debe estar al nivel de la instrucción que recibe del
experto.
El asesor es la pieza que no se ve. Es uno de los pilares que
cargan el proyecto, y es el único responsable de la ruta, el trayecto y el
destino del que le paga por su labor.
El pueblo aprueba su trabajo si los asuntos van viento en popa,
si la percepción ciudadana coloca a su cliente por las nubes y no necesitan
convencer con palabras porque los hechos los superan. Y, lo reprueba, cuando utiliza
la estrategia del golpeteo mediático y descalificación a rajatabla a “metralla”
para “aniquilar” al enemigo en lugar de buscar enaltecer la posición de su jefe
o jefa.
Desde mi punto de vista, la estrategia golpista al principio
reditúa simpatías y votos. Sin embargo, después de usarla en repetidas
ocasiones, queda reducida a una simple táctica con alta probabilidad de
revertirla.
Es decir, si la jugada en el tablero ya está muy vista provoca
rechazo, existe una amplia posibilidad de adivinar la siguiente tirada, y no
duden que, el contrincante estará prevenido y listo para contrarrestar el
ataque.
Yo no me atrevería a recomendar el golpismo con exceso y cada
vez que me despierto, como muchos lo hacen, si hay otras áreas por explotar.
El Arte de la Guerra de Sun Tzu, en el que se han inspirado
grandes líderes militares y políticos de todo el mundo, lo dice: “No es el
mejor estratega el que logra cien victorias en cien batallas”.
No, no es una tarea sencilla, no lo es, pero a mí me gustaría
ser consultora.