Estados Unidos se encuentra en la recta final de las elecciones presidenciales de 2024, en un contexto de alta tensión y polarización política. La contienda entre el expresidente Donald Trump y la vicepresidenta Kamala Harris no solo podría definir el futuro del país, sino también influir en el rumbo de la política mundial. Más de 75 millones de votantes ya han emitido su voto anticipado, en una muestra del interés sin precedentes en una elección que, para muchos, representa una lucha por la identidad y los valores fundamentales de la nación.
Trump y Harris han lanzado sus últimos mensajes en estados clave como Pensilvania, Michigan y Carolina del Norte, a pocas horas del día de votación. Mientras Trump realiza afirmaciones infundadas sobre un supuesto fraude electoral por parte de los demócratas, Harris enfatiza la importancia de la unidad y la esperanza en un “nuevo liderazgo para Estados Unidos”. Ambos candidatos han desplegado discursos contrastantes: mientras que Trump evoca un panorama de advertencias y acusa a sus rivales de querer “robar la elección”, Harris intenta inspirar optimismo. “Nacimos para un momento como este”, declaró la vicepresidenta en Detroit, refiriéndose a los retos que enfrenta el país.
Trump, quien perdió la reelección en 2020, busca ahora un mandato no consecutivo que podría suponer un cambio drástico en el sistema político estadounidense. Propone medidas radicales, como una purga de los organismos de gobierno y un endurecimiento en las políticas migratorias, con un énfasis en la seguridad fronteriza. Además, su retórica contra las instituciones ha generado preocupación en varios sectores, que temen una erosión de las libertades civiles en caso de que el expresidente logre cumplir sus promesas de campaña. En este contexto, Trump ha criticado con dureza al gobierno de Biden, destacando temas sensibles como la inflación y la seguridad nacional, y ha advertido de una “interferencia” electoral. “Tenemos toda esta basura en marcha con la prensa y con cosas y encuestas falsas”, dijo en un mitin en Pensilvania.
Kamala Harris, quien aspira a ser la primera presidenta mujer de Estados Unidos, basa su mensaje en la estabilidad y la continuidad, enfatizando que representa “la promesa de Estados Unidos”. Sin embargo, enfrenta el desafío de unificar a un electorado demócrata fracturado y de distanciarse de la figura del presidente Joe Biden, cuya popularidad ha decaído en los últimos años. Harris ha buscado atraer a grupos tradicionalmente demócratas, como los hombres negros y los votantes latinos, al tiempo que destaca su postura en temas como la salud y el acceso a vivienda asequible. Además, su campaña ha recibido un impulso gracias a la participación de figuras como Oprah Winfrey y Lady Gaga, quienes se unieron en sus últimos actos en Filadelfia.
Las encuestas nacionales y estatales no muestran un claro ganador, lo que refleja una división profunda en el electorado estadounidense. Tanto Trump como Harris cuentan con una sólida base de apoyo: Trump, con el respaldo de votantes descontentos por la situación económica, y Harris, con un impulso entre las mujeres preocupadas por el derecho al aborto tras la revocación de Roe v. Wade en 2022. La vicepresidenta también ha intentado generar un impulso de última hora, destacando la importancia de los derechos sociales y la justicia económica, mientras que Trump, en cambio, acusa a las élites de conspirar contra él y promete una economía robusta centrada en el trabajador estadounidense.
Ante la posibilidad de un resultado muy ajustado, ambas campañas han desplegado sus estrategias en los estados clave, donde los promedios de encuestas reflejan una carrera empatada. David Plouffe, asesor de Harris, manifestó en redes sociales que el equipo de la vicepresidenta mantiene expectativas altas gracias a una ligera ventaja entre los votantes indecisos en las encuestas recientes.
Sin embargo, Trump ha advertido que no aceptará fácilmente una derrota, y las tensiones ya se perciben en sus últimos actos, donde ha insinuado que podría desafiar los resultados si pierde. En esta ocasión, las elecciones no solo definirán el futuro del país, sino también el impacto de los valores democráticos en uno de los momentos más tensos de la historia moderna de Estados Unidos.