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The Mandalorian

David Moreno
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En la pantalla, por: David Moreno

Miro The Mandalorian y me pregunto: ¿por qué la serie de Disney parece estar más cercana a lo que fue alguna vez Star Wars que las secuelas a la trilogía original o a las precuelas de la misma? Creo que la respuesta es muy sencilla: porque la creación de Jon Favreau presenta temáticas, elementos visuales y de estilo que recuperan lo mejor de las películas originales. Y aunque evidentemente eso constituye un homenaje se arriesga al dar un paso hacía adelante en la presentación y construcción de un personaje mitológico dentro una mitología vasta en si misma.

The Mandalorian presenta a un anti héroe como protagonista. Un caza recompensas que pertenece a un oscuro y peligroso sindicato que reúne a otros personajes dedicados a ese oficio. Es un bandolero que se verá forzado, por una serie de circunstancias fortuitas, a cumplir con una misión que le apartará de todo lo que era antes para iniciar con un arco de transformación en el cual estará a prueba su moralidad. En ese sentido, tal y como sucedía con varios de los protagonistas de los primeras películas de Star Wars, el destino del personaje no está regido por viejas profecías o leyendas, sino por eventos que se van sucediendo uno a otro y que van marcando el camino que éste tiene que recorrer. Un camino que le lleva a través de mundos violentos y marcados por la ley del más fuerte, un camino que le lleva a encontrarse con los remanentes de un imperio derrotado pero que está en la búsqueda de reorganizarse para intentar retomar el poder perdido.

Y todo en el medio de una estética y una temática más cercanas al Western que a las películas futuristas de Ciencia Ficción lo que la convierte en una “Space Opera”. Es cierto, hay naves espaciales, alienígenas y se usa tecnología de avanzada, pero todo está retratado en ambientes desérticos o desolados, lugares cerrados como cantinas o pueblos pequeños, perdidos en planetas inmensos a los que solamente llega la escoria de la sociedad, aquellos que no parecen disfrutar de los beneficios de la derrota del Imperio y de las beneficios de libertad que supuestamente ha traído consigo La Nueva República. Tal y como sucedía en la trilogía original, la acción de The Mandalorian está situada en territorios en los que priva la ley del más de fuerte o la de aquel que es capaz de usar con más habilidad a la corrupción provocada por la falta de autoridad para servir a sus propios intereses. Abundan los duelos personales retratados al estilo más clásico del Western: close ups a los rostros, toma de detalle de las manos a punto de desenfundar las armas, planos generales mostrando a los dos combatientes en medio de las calles de un pueblo perdido. Combinación que muestra una cinematografía clásica, familiar y fácilmente identificable.

A todo ello hay que añadir el tema de la figura paterna, la ausencia de la misma o la sustitución del padre natural por uno adoptado a raíz de los conflictos presentados en la trama. Piensen en Obi Wan y Anakin Skywalker o en el mismo Obi Wan y Luke Skywalker quien mira al viejo Jedi como a ese padre que nunca tuvo en su tío Owen y mucho menos en su padre verdadero: Darth Vader. Esa dependencia paternal será determinante en el desarrollo tanto de los personajes como de la historia. The Mandalorian es un retorno a la misma. La relación entre Baby Yoda (O Grocu, nombre que nadie va a usar) y el Mandalorian es la de un padre e hijo, un lazo forzado por las circunstancias que los llevaron a encontrarse y del cual, una vez atado, depende el destino de los dos personajes y seguramente el de una buena parte de esa lejana galaxia.

Pero lo mejor es que Jon Favreau ha dibujado a un personaje que no tiene nada que ver ni con los Skywalker, los Jedi o con la Fuerza como su entidad motivadora. El Mandalorian tiene otras motivaciones: el mantenerse fiel a su tradición, el intentar reconstruir la herencia de su raza y el recuperar todo lo que su gente perdió durante los crudos años que siguieron las Guerras Clónicas, a la oscuridad del Imperio y a la guerra que marcó la primera derrota del lado oscuro. Es decir, Favreau va generar un nuevo mito, una nueva e independiente arista en la temática de la saga. Ello es una bocanada de aire fresco para un Universo que parecía haber agotado todas sus vetas argumentales. Lo que hace The Mandolarian es no solamente abrirlas de nuevo sino plantear, dentro de las mismas, nuevos caminos para ser transitados. Se trata pues de una estupenda apuesta, una que nos ha devuelto a esa Galaxia Lejana con renovados bríos y con ganas de seguir viajando por sus mundos de la mano de personajes que ya se han transformado en entrañables.

La segunda temporada de The Mandalorian está disponible en Disney +.

David Moreno
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