No saber casi nada por no haber podido ir a la escuela hace más de setenta años, si hoy pudiera ir no desperdiciaría el tiempo en fotos y tonterías, y saber sin embargo ir. No saber casi leer pero intuir que es buena una sopa calentita para días así. No saber qué es una provincia ni una ciudad pero saber llegar a la calle exacta. No saber multiplicar pero saber llamar a la puerta con respeto. Y saber saludar, acompañar en la enfermedad y ofrecer la sopa..
Porque hay ancianos tan llenos en sus ojos azules de pureza, tan inocentes a pesar de tener más de ochenta años, tan sabios que sus palabras son joyas del saber popular, tan afectuosos que se ganan el cariño de todos los adolescentes del barrio, tan religiosos que no pierden un domingo la misa, tan ávidos de lectura que releen más de diez veces El viejo y el mar… tan de verdad… que quisieron ser toreros. Ahora, en la cama, toman sopa y sueñan con Talavante!
Es tiempo de frío. Tiempo de acompañar.. y eso se puede hacer de muchas maneras..
Se me ocurrió esta historia hablando con mi hermana el otro día de la magistral Tiempo de silencio y después de ver la preciosa Yo, Daniel Blake
Dedicado a mi hermana
A los autores de esas joyas
Adoro El viejo y el mar, lo regalo mucho
A mi Luis
A Albriux
A mi mago
A los que engrandecen el toreo
Y a las personas buenas