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Tras los debates… Las preferencias no cambian

Enrique Vidales Ripoll
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ENRIQUEciendo la noticia, por: Enrique
Vidales Ripoll.

@chanboox

Estos días fueron de debates. Primero el
estatal en domingo y el martes con el presidencial. Valladolid fue la sede del
encuentro de candidatos para la gubernatura del Estado de Yucatán. El segundo,
la candidatura presidencial, tuvo escenario el Gran Museo de la Cultura Maya en
nuestra ciudad, capital de Yucatán.

Sobre el primero hay mucho que decir y
criticar. Especialmente el papel de la autoridad electoral que censuró la libre
expresión de los candidatos. Se entiende que se busque la civilidad política y
respeto y tolerancia como valores fundamentales de la democracia. Pero un
debate sin una confrontación directa desde todos los ámbitos y contexto que
rodea a los candidatos es una pérdida de tiempo, esfuerzo y de recursos
económicos.

La sociedad es altamente volátil en sus
opiniones y comentarios políticos. Una realidad evidente y potenciada por las
redes sociales. El escrutinio de los políticos en el contexto de la molestia y
el hartazgo social es duro. Por lo cual se requiere de políticos que sepan
lidiar con esta situación y escenarios. Que sepan hacerle frente a la crítica
por más mordaz que ésta sea.

Ahora el IEPAC nos dejó sin el sabor del
escaneo profundo de los candidatos. Hoy ya no hay ni hombría ni sabiduría para
encarar la dureza del entorno social. ¿Cómo pretenden gobernar en una sociedad
que cada día es más participativa y mordaz en la crítica política?

Tal parece que al final se buscó proteger
más al sistema político, a los partidos y a los propios candidatos. Al día
siguiente, como en los anteriores, continuaron con sus dichos unos contra
otros. Lo mejor hubiese sido que las contrastes sean en vivo, frente y de cara
a la sociedad.

En el formato del tercer debate
presidencial las cosas cambiaron en comparación a los dos anteriores. Se mejoró
un formato que si permitió una confrontación más directa en los temas y las
posturas de los candidatos.

Aunque tampoco se dieron grandes
sorpresas. Se esperaba que Meade y Anaya se enfrentaran entre ellos y apuntaran
batería contra el puntero. López Obrador, en su primera posición, llegó mucho
más relajado y con una buena lectura del escenario político. Por ello no se le
percibió rijoso, ni con la molestia e incomodidad del primer debate. Inclusive
se le vio firmeza en sus posturas y hasta cierto punto sarcástico en la forma
de encarar los ataques.

Jaime Rodríguez Calderón, el Bronco, fue
confrontado más por los moderadores que por los candidatos. Se le reconocen
buenas propuestas y buenas puntadas que le dieron un sabor humorístico y mordaz
al debate. Si le alcanza para la victoria, es un tema que es difícil de
predecir. Pero si logra darle una válvula de escape ante la podredumbre de una
campaña más dedicada a la descalificación de facto.

Lo que se puede concluir después de estos
ejercicios democráticos es que no llegan a ser significativos para que cambien
las preferencias electorales. Parece que este “arroz ya se coció”.

Enrique Vidales Ripoll
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