Las relaciones diplomáticas entre México y Estados Unidos se encuentran nuevamente bajo tensión, luego de que el presidente estadounidense, Donald Trump, afirmara que “México hace lo que le decimos que haga” en el marco de la cooperación en materia de seguridad fronteriza.
La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, respondió con contundencia a través de un mensaje en video donde, sin mencionar directamente a Trump, subrayó: “Para cualquiera que tenga alguna duda, este es un mensaje de México para el mundo: en México, el pueblo manda”. Más tarde, en declaraciones a la prensa, agregó: “Lo he dicho varias veces. El presidente Trump tiene una forma de hablar, pero, como lo dije ayer, el único que manda en México es el pueblo”.
Las declaraciones ocurrieron días después del traslado de 26 presuntos integrantes de cárteles mexicanos a Estados Unidos, con el objetivo de enfrentar cargos judiciales en ese país. Esta acción se produjo también en el contexto de un acuerdo bilateral reciente para suspender, durante 90 días, la imposición de aranceles estadounidenses más altos a productos mexicanos.
Desde el retorno de Trump a la Casa Blanca en enero de 2025, la dinámica entre ambas naciones ha estado marcada por una estrategia combinada de presión comercial y cooperación en seguridad. El 20 de enero, el presidente estadounidense anunció la intención de imponer aranceles del 25% a México y Canadá a partir del 1 de febrero. Sin embargo, tras una conversación telefónica con Sheinbaum el 31 de enero, ambos mandatarios pactaron posponer dicha medida y reforzar las acciones conjuntas en la frontera.
Como parte de este entendimiento, México desplegó 10.000 elementos de la Guardia Nacional en su frontera norte, mientras que Estados Unidos se comprometió a trabajar en la reducción del tráfico de armas hacia territorio mexicano. A estas acciones se sumó el envío, a finales de ese mismo mes, de 29 presuntos narcotraficantes mexicanos a suelo estadounidense.
En marzo, Trump volvió a referirse públicamente a la colaboración de México al señalar: “Quieren hacernos felices, por primera vez. Pero necesitamos que México y Canadá hagan mucho más de lo que han hecho”. Ante ello, Sheinbaum reiteró que las decisiones de seguridad obedecen a criterios internos: “Esta decisión que tuvo el Consejo de Seguridad tiene que ver, sobre todo, con la protección en México”.
La postura de Trump no es nueva. Durante su primer mandato, ejerció una fuerte presión comercial para frenar la migración. En 2019, el entonces presidente Andrés Manuel López Obrador desplegó cerca de 15.000 soldados en la frontera norte ante amenazas de aranceles, lo cual fue duramente criticado por defensores de derechos humanos. El propio López Obrador explicó en su momento: “Tenemos que evitar una confrontación con el gobierno de Estados Unidos. Tenemos que actuar con moderación”.
En la Asamblea General de la ONU ese mismo año, Trump agradeció a López Obrador y declaró que México mostraba “un gran respeto”, aunque días después endureció su narrativa al afirmar que estaba “usando a México para proteger nuestra frontera”.
La relación entre ambas naciones se enmarca dentro de lo que especialistas denominan una “relación de asimetría”. Según el doctor Roberto Carlos Hernández, experto en Filosofía Política y profesor de Relaciones Internacionales de la UNAM, “el presidente Trump tiene un argumento de mucho peso, o de muchos dólares, para ejercer presión” desde el ámbito comercial. En 2024, el déficit comercial de Estados Unidos con México fue de 179.000 millones de dólares, una cifra que Trump ha exagerado públicamente al situarla en 350.000 millones.
Para Hernández, la soberanía mexicana, aunque enunciada en términos absolutos, enfrenta una constante tensión frente a la realidad geopolítica y comercial. “Cuando uno sabe que un avión no tripulado estuvo sobrevolando muy cerca de la Ciudad de México, cuando uno sabe que se entrega a una serie de líderes del crimen organizado (…), entonces ahí es cuando ese concepto de soberanía empieza a hacer agua”, explicó.
Frente a estas críticas, el Gobierno de México ha insistido en que las decisiones en materia de seguridad se toman “bajo el más alto criterio de seguridad para nuestro país” y que las acciones conjuntas con Estados Unidos no implican la cesión de soberanía. En febrero, Sheinbaum declaró: “Nosotros no negociamos la soberanía”, al referirse a la colaboración en temas de narcotráfico.
El debate sobre la autonomía de México en su política interior y exterior continúa abierto, especialmente en un escenario donde la presión económica y las exigencias de seguridad de su vecino del norte parecen marcar el ritmo de las decisiones estratégicas.
