La tecnología avanza más rápido cada día. La vida diaria, costumbres, cosas que nos rodean y ambiente están en constante cambio. Lo mismo pasa con nuestras leyes, reglamentos y marco jurídico. Están desfasados, en un mundo que marcha vertiginosamente a un ritmo insospechado.
Hace pocos años, en San Francisco, California nació UBER. La mayoría quienes lean estas líneas estarán familiarizados con el término. Surge como una alternativa eficiente y funcional al servicio de taxi, que en el mundo entero está en manos de unos cuantos y por lo general con un estándar de servicio por debajo de lo esperado.
El punto no es explicar cómo funciona, o por qué ha sido tan exitoso el modelo a nivel global. La cuestión es que Uber llegó a Mérida, y en el poco menos de un mes de existencia ha gustado a la población, y sentado las bases de una verdadera competencia. En Yucatán el servicio de taxi ha sido brindado a lo largo de los años por el Frente Único de Trabajadores del Volante (FUTV). Algunas veces bueno, otras malo, algunas más peor y también, justo decirlo, bueno. Hace pocos años, en el gobierno de Patricio Patrón otros organismos entraron al servicio de taxi. Pero todos bajo el mismo sistema: una sociedad, un sindicato o una cooperativa con reglas más o menos similares.
La alternativa de un servicio con origen y destino en la sociedad civil es algo que al ciudadano de a pie le suena bien. Novedoso. Le gusta. Nada que ver con un ente de gobierno o partido político alguno. El monopolio se rompe. Sus promotores no dejan de ensalzar sus bondades. Los detractores; que es un servicio de taxi “pirata” no regulado por la ley; y esto pese a que los conductores de Uber pagan impuestos y expiden facturas 100% deducibles.
Cuando arrancó en Mérida el servicio el 9 del mes en curso, fue sin mayores contratiempos. Incluso, el líder del FUTV, Billy Fernández; exhortó a la población hacer uso del servicio legal y regulado, sin embargo reconoció que Uber, y Ryde & Go (la otra aplicación) no los afectaba y había cabida para todos.
Se abría la oportunidad de darle a estos nuevos servicios de una certeza jurídica. Crear una figura donde pudieran acomodarse y de ahí, la seguridad para las partes en juego: gobierno, prestadores de servicio y usuarios. Prevaleciendo sobre todo el dialogo e interés por los ciudadanos.
Me parece por lo demás desafortunado que la Dirección de Transporte del Gobierno del Estado (DTEY) haya empezado a retirar de la circulación unidades Uber, confiscado y enviado los vehículos al corralón con multas de 5 mil a 35 mil pesos.
Y digo desafortunado, no porque esté de acuerdo en que se viole la ley. Desafortunado, porque se está perdiendo la oportunidad de poner al día el ordenamiento de transporte en Yucatán y reconocer una realidad que aquí está y llegó para quedarse, llámese como se llame. Hoy es Uber. Mañana, quien sabe. Otras llegarán. Otras nacerán.
La actitud asumida por la DTEY, intransigente e inflexible contra Uber, contrasta con la que toma a favor de los concesionarios de transporte público y taxis, en momentos donde se pone en evidencia el pésimo y deficiente servicio. Y eso molesta mucho al ciudadano, que por fin tiene una opción diferente y real a la mano. Incluso, la llegada de Uber hizo que el mismo volante disminuyera los precios del “banderazo” y “por tiempo/distancia” en un 10 y 20% respectivamente. Beneficio directo al usuario.
Y golpea la imagen del Gobierno del Estado y del Gobernador; quedando como cerrados e impositivos. Me parece que debe prevalecer el buen oficio político, y llevar a buen puerto la realidad que llegó. Creo que la voluntad si existe, y espero ver las próximas semanas y meses intenso dialogo y debate sobre como legislar y la forma de hacerlo. El problema es más de fondo que de forma. Resistencia a romper paradigmas. Los viejos fantasmas del pasado debieran quedar ahí. En otra época. El Gobierno del Estado y el Congreso Estatal, ante una gran oportunidad. Así sea. Por el bien de todas las partes.
Que tenga un magnifico día.
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