Érase una vez un príncipe. Era taurino, y con un corazón muy flamenco. Tenía los ojos del color del azabache, era amigo de genios y magos.. y leía mucho, era culto, y tocaba el piano.. Era muy deportista, también muy amable..
Se trataba de un chico perfecto!
Amaba a la princesa con pureza y verdad.. Ella era dulce y rubia, ojos de agua de mar en abril, mujer de palabras sabias y sonrisas etéreas.. tan linda, lectora, aficionada a la guitarra, tomasista..
Tras el Gran Secuestro ella permanecía en lo alto de una torre, encerrada.. Para llegar hasta allí el príncipe tenía que andar y andar, cruzar un peligroso puente, y derrotar a los Absurdos, que eran los enemigos..
Fue una batalla fácil.. Caminar le encantaba.. “caminante, no hay camino, se hace camino al andar..” El puente lo cruzó confiado en su gran forma física y en sus oraciones.. Y los Absurdos.. eran lo que prometían: absurdos..
Les ganó con su cultura y enfrentando a unos a los otros, eran tan falsos que se criticaban entre ellos..
Y rescató a la princesa.. y fueron felices para siempre y comieron tartar de salmón.. les gustaba mucho más que las perdices!
Dedicado a la gente que aprecia los cuentos
A mi Luis
A mis princesas Lourdes y Rocío
A Josè Tomás
A mi hermana y Arnaud: disfrutaremos de José Tomás
A los genios, con un abrazo
Al toreo
A Marien, maga de los mercados
Y a cualquier ser de verdad
