Arsenal, Por: Francisco Garfias
Dice
el legendario expresidente uruguayo José Mujica que “el poder no cambia a las
personas, sólo revela quienes verdaderamente son”. Estas palabras sabias,
incontrovertibles, me llevaron a reflexionar quién es AMLO y a tratar de
entender su forma de gobernar.
Las
decisiones que ha tomado, desde que llegó al poder, algunas veces rayan en lo
autoritario —con disfraz de consultas populares—, otras en lo necio. En alguna
se ha mostrado vulnerable al chantaje de sus aliados, como en el caso de la
CNTE y sus bloqueos ferroviarios en Michoacán, que premió con mil millones de
pesos y prestaciones.
El
NAIM y los miles de millones de pesos literalmente tirados a la basura ilustran
que es un hombre de ideas sólidas; la estrategia de cierre de los ductos para
combatir el huachicol y el desabasto de combustibles que provocó, también, la
compra de pipas sin licitación, el retiro de recursos al programa de estancias
infantiles en apoyo a las madres trabajadoras, su amnistía a corruptos antes de
la Cuarta Transformación; el cese de hostilidades ofrecido a los capos…
Sería
estúpido dudar que el Presidente de la República es un hombre sencillo,
austero, perseverante. Su popularidad rivaliza con la del Papa en un país
mayoritariamente católico y pobre. Nada le hace mella. Hasta sus errores los
aplaude el respetable. Es un fenómeno impresionante. Las encuestas lo
corroboran. La última de El Financiero le da más de ocho a dos.
Lleva
un estilo de vida modesto. Ni grandes mansiones ni los lujosos automóviles para
transportarse. Un Tsuru como jefe de Gobierno capitalino (el que manejaba
Nico.) Un Jetta blanco como Presidente de la República. A veces lo suben a las
camionetas Suburban del desaparecido Estado Mayor, por cuestiones de seguridad.
No
hay duda que ha preferido actuar para el “pueblo bueno”; empatar sus acciones
de gobierno con una frase que para él es religión: “por el bien de todos,
primero los pobres”.
Y
no se queda en el discurso: duplicó la pensión a los viejitos, incorporó a los
discapacitados, a las madres solteras; hay becas para 300 mil estudiantes, recursos
para apoyar a los ninis. Causas nobles, de izquierda. Donde sí no podemos estar
de acuerdo es en el dinero que se dará a los habitantes de 91 municipios que
vivan cerca de los ductos de Pemex. Eso es premiar por no robar combustibles.
¿Asistencialismo?
¿Clientelas electorales?
Nadie
sabe en cuánto tiempo empezarán las presiones de gasto. AMLO dice que basta la
austeridad, los recortes de la alta burocracia y el combate a la corrupción
para tener recursos de sobra. Pero los que saben se dan cuenta que no es
suficiente y vaticinan que pronto vendrán las dificultades. Lo reconocen en
corto.
AMLO
hace mal en alimentar esa maniquea visión que tiene de la sociedad mexicana:
los fifís, los conservadores, los ambiciosos, la burocracia dorada y obesa, los
adinerados “rapaces” son los malos en la película “primero los pobres”.
Los
que nada tienen, los desfavorecidos, los olvidados, esos son los buenos, los
que merecen su atención, los que son su prioridad.
Caminamos
hacia un México desunido
La
llaman La rebelde. El mote se lo ganó entre sus compañeros morenos por oponerse
a la decisión del presidente López Obrador de quitarle dinero público al
Programa de Estancias Infantiles en apoyo a las madres trabajadoras. Hablamos
de la diputada de ese partido, Lorena Villavicencio.
Es
la única en Morena que se ha atrevido a cuestionar públicamente esa decisión
del Jefe del Ejecutivo de retirarles el recurso a las estancias por supuestos
actos de corrupción.
Villavicencio
andaba sacada de onda. Fue a la reunión de los diputados de su bancada con la
secretaria de Bienestar, María Luisa Albores. Tenía muchos cuestionamientos que
hacerle a la funcionaria sobre el futuro de los 300 mil niños que iban a esas
estancias infantiles. No hubo preguntas.
Ella
quería datos concretos sobre las “irregularidades” cometidas en las estancias
que sirvió de argumento para dejarlas sin el recurso. Cuáles y dónde. De qué
manera van a supervisar el uso de los mil 600 pesos bimestrales que van a dar a
los padres para que ellos decidan donde llevan a sus hijas e hijos.
“¿Cómo
supervisamos? ¿Cómo?”, preguntaba al aire.
La
inconformidad por la decisión de AMLO crece como bola de nieve. Profesoras de
las estancias se movilizaron esta semana al interior del Palacio Legislativo.
Llevaban pancartas que sólo decían Estancias Infantiles. Eso bastaba para
entender de qué se trataba. PRI y PAN y PRD ya se subieron al tema.
Manuel
Bartlett no hizo bien la tarea en la mañanera. Utilizó datos equivocados al
señalar a nueve exfuncionarios de alto nivel que, según él, actuaron en detrimento
de la CFE que él dirige. El error dio lugar a que uno de los aludidos, Jesús
Reyes Heroles González Garza, lo deja mal parado en una carta aclaratoria y le
advierte que se reserva el derecho a
presentar la demanda correspondiente.
De
entrada, dijo que no fue director de Pemex ni secretario de Energía con Carlos
Salinas de Gortari, como afirmó el director general de la CFE. Extraño error.
Bartlett fue secretario de Educación en ese sexenio. Reyes Heroles aclaró que
fue secretario de Energía con Zedillo y director de Pemex con Felipe Calderón.
Dejó
el servicio público hace casi una década y durante casi un año no realizó
actividad profesional alguna relacionada con el sector energético, en
cumplimiento del artículo 9 de la Ley Federal de Responsabilidades
Administrativas de los servidores Públicos vigente entonces.
“No
existe conflicto de interés entre mis actividades profesionales desde entonces.
Siempre me he desempeñado bajo los principios éticos más rigurosos”,
puntualizó.