Por: Cristina Padín
Entonces le preguntaron qué deseaba.. y ella en un instante
recordó todo lo vivido:
El temple de aquel torero que soñó ser torero cuando apenas
era un niño. El anhelo de un ser que era becerrista cuando su mirada era
infantil. El tiempo de un muletazo escrito con entrega. La piedra de Nimes, la
que a la historia le cuenta leyendas. El sonido de un capote. El silencio de la
responsabilidad. El camino de un caminante que siempre supo caminar con humildad.
El peso de Madrid. Un apellido que también llevó ese progenitor que también
habló con elegancia en las arenas. De como Julián es mundialmente conocido como
El Juli. El sabor de la sabiduría. El ser el mejor y comportarse cual novillero
que empieza. La lidia. El comprender los bureles. Una Puerta del Príncipe y
otra y otra y… tantas orejas. Cada tarde mejor que la anterior. Junios de ensueño.
Septiembres de miel. La verdad. La valentía. Lo que es nuestro y es
tradición…
Recordó tantas sensaciones bonitas.. tanta pureza… y dijo que
quería algo sensorial: un helado de hierbabuena…
A mi querido Juli
A la familia de mi querido Juli
A las tardes de toros
A caminantes: como Carlos
Como A, AR, JM
A divos sevillanos
A la tradición
A la valentía. Siempre
A mi Luis
A los helados de hierbabuena
A los M
A cumpleañeros de octubre, algunos muy especiales para mí
A Carlos M, cumpleañero de hoy
A los que hoy festejan su santo, mi querido Paco Lama de Góngora,
por ejemplo