La devastación causada por el huracán Huracán Melissa en las regiones orientales de Cuba continúa dejando graves consecuencias casi un mes después de su paso. Numerosas familias permanecen sin acceso a servicios básicos como agua potable, electricidad y refugio adecuado, mientras la recuperación avanza a paso lento.
En la localidad de Río Cauto, por ejemplo, cientos de personas fueron desalojadas debido a inundaciones masivas provocadas por el paso del huracán. Allí, al menos 2 300 personas fueron evacuadas, y muchas ahora viven hacinadas en refugios improvisados, como escuelas habilitadas para albergues. Una de las afectadas, la señora de 80 años que vive con su familia, expresó su desesperación: “Perdimos todo en la inundación… estoy muy deprimida y muy triste aquí”.
En otras comunidades como Los Mangos, la situación también es crítica. Más de 58 personas, de las cuales 30 son niños, comparten 10 carpas donadas por el gobierno, sin disponer de agua potable. Según la trabajadora social local, “el problema más urgente” en la comunidad sigue siendo el suministro de agua.
La localidad costera de Guamá también sufre graves daños: el mar llegó a penetrar en viviendas, arrastrando pertenencias, electrodomésticos y muebles, y dejando a muchas familias con prácticamente nada. Una mujer de 65 años narró con dolor: “El mar entró a mi casa y mojó colchones, aparatos eléctricos y todo lo que había allí”.
A pesar de que las autoridades anunciaron la evacuación de unas 700 000 personas antes de la llegada de Melissa ─medida que logró evitar pérdidas humanas en Cuba─ el regreso a la normalidad está lejos de concretarse. Muchas viviendas quedaron destruidas o seriamente dañadas, y miles de habitantes siguen desplazados o viviendo en refugios.
Los esfuerzos de ayuda son visibles, pero transparentan las enormes dificultades: la entrega de agua —por medio de camiones cisterna— apenas ocurre cada tres o cuatro días, y los cortes de electricidad se prolongan por horas, afectando aún a gran parte de la población.
