Por: Cristina Padín
Empezaba a despedirse noviembre. Qué
gran alegría. Se le había hecho áspero y duro, duro y oscuro, oscuro y triste,
triste y surrealista, surrealista y nostálgico.
Cuando se marchó el barco de pescadores
y él puso el pie en la isla fue consciente de la soledad, del atardecer
inminente, de la falta de luz.. ojalá fuera san Juan!
Pero era noviembre…
Pernoctaría allí. En una isla
salvaje que es un paraíso. Cerca del faro. Rodeado de mar y de naturaleza
primitiva. Regresaría al día siguiente, otro barco le recogería.
Iba a buscar una figura que quería mostrar
a su hijo. Una propia de la época.
Aquella noche no pudo dormir… el
viento, el sonido, el silencio. En verano en la isla dormía de maravilla, cuando
todo era vida y un estallido de sensaciones y color.
Tanta quietud perturbó su descanso.
Preparó la figura. Y una cesta. La
cesta la llenó de palabras. Paz, valentía, flamenco, ole, verdad, bondad, ser, estar…
azul, pureza, faena, alegría…
Regalaría a sus allegados una cesta
de palabras bellas y significativas.
Obvió cobardía y metió arena. Por supuesto
rechazó hipocresía (puro vacío y mentira) y añadió calor, estrofa, ritmo,
música, letra, gracias, palabra. Ya estaba listo el obsequio..
Y se despertó. Eran las nueve de la mañana..
La isla la imagino como mi paraíso, Ons,
una isla gallega que me fascina. Donde pasaría días en invierno si no tuviera
miedo
A las palabras que importan, que son
las de verdad, a las huecas no
A la valentía y a gallegos valientes
A los cuentos y a los cuentos de
estas fechas, me encantan
A Luis
A Carlos, pronta mejora
Al toreo, viva el toreo!
Al flamenco. Joya de Andalucía y de España
A los barcos de pesca.. qué dureza
la del mar
A M, B, JC, JM, A y P
A las cestas. De palabras. De fruta.
De bombones..
