Por: Cristina Padín.
Ni se llamaba Triana ni se llamaba Carmen.. y tampoco Rocío. Tenía un nombre con k y con varias e.. Sonreía al levantarse. Antes de dormir estaba sonriendo y en su sueño entraba con una sonrisa. Era una princesa de las típicas de los cuentos de hadas: rubia y de ojos claros, melena ensortijada, mirada dulce. Pero mucho más valiente. Y aventurera. No se quedaba aguardando en una torre para lanzar una trenza.. ella sin hablar español ni inglés cruzaba el mundo. Sola, sin miedo, con fuerza.
Dicen que juega con muñecas a las que viste de oro y plata. También que adora leer, en los libros que lee se narran en su lengua leyendas y cuentos. Dicen que el gazpacho le encanta, y la ensaladilla más. Que ya ha ido a una corrida de toros, y los niños le han enseñado a decir ole. Dicen que salta a la comba, que con los rotuladores colorea casas y paisajes, que en la bicicleta es ágil y veloz. Que ya sabe decir hola. Que ama la fruta y los helados. Que sonríe a diario.
Los niños que no tienen miedo sonríen. Los niños que aprenden a vivir en la realidad sonríen. El miedo ata. Dicen que la niña tiene ocho años.. dicen que está viviendo en Sevilla. Baila con Siempre Así. Dicen que ya conoce a Luis. Luis posee la sonrisa de Dios, y la niña es tan noble y atenta que es ya una sonrisa de Andalucía..
Y qué bello es mirar a los lados y tender la mano
A los niños
A mi Sevilla
A mi Andalucía
A mi querido Luis
A Carlos
Al toreo
A las personas que leen
A Siempre Así
A la verdad