La Revista

Una versión del cuento del emperador…

Cristina Padin
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Por: Cristina Padín


Como había prohibido la verdad nadie podía decirle cosas que
no fueran de su agrado. Y tampoco se le podían escribir en redes sociales…
era una ser tan ególatra y narcisista que únicamente permitía comentarios
bonitos y positivos.

Entonces se dividió la Aldea en dos partes. La que albergaba
a los absurdos que le seguían el juego a aquel tipo inculto. Y la otra, en la
que residían los que no lo aguantaban. Pero no se podían quejar. Era tan su
poder que había anulado toda libertad…

Una tarde un señor y su hijo pequeño se perdieron..

Regresaban de ver una maravillosa corrida de toros…

Pararon en la Aldea. El niño quería beber agua y el padre
quería buscar el camino correcto.. era un hombre sereno y valiente. En la tasca
donde le atendieron se atrevió, con mucha educación, con la sinceridad. Dijo
que jamás prosperarían si seguían escuchando a aquel discípulo de Narciso…

Fue de gran valor lo que hizo. Señaló todo aquello que al
ser no le gustaba escuchar. Su escasez de lectura, su ausencia de cultura, su
poquísima bondad, su engreída e insulsa personalidad, su carácter autoritario,
su fría falta de empatía. Su ignorancia…

Días más tarde el eco seguía reproduciendo tan sabias
palabras…

Ahora ya hace mucho tiempo que el tipo aquel abandonó la
Aldea… poco importa su paradero.

Qué pereza dan los seres que se conducen como el emperador
del traje…

… y mucha más sus adoradores

Al toreo

A Rosario: suerte mañana

A la verdad y la valentía

A los señores valientes

A los M

A Luis

A Carlos

A las aldeas

Y a las palabras sabias

A los cuentos

Cristina Padin
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