Por: Ismael Méndez Camargo.
Dice el sabio adagio, que lo más sano de los problemas es evitarlos, pues después ya nada es igual por mucho que se quiera tratar de ocultar la realidad, pues hoy en día están latentes los distintos tipos de peligro que nuestros hijos están expuestos aún en las escuelas, donde deberían estar mas seguros aunque parezca algo paradójico y son muchos los padres de familia que requieren se tomen las medidas necesarias y serias para evitar alguna desgracia irremediable en un futuro.
Cuando salen con la necedad que los derechos humanos son primero, para evitar que los estudiantes sean vulnerados en su intimidad y sus pertenencias, se cae en el riesgo de que algún niño o joven introduzca al plantel, objetos indebidos que puedan afectar a terceras personas como pueden ser armas punzocortantes, pistolas, drogas, psicotrópicos, y cualquier otro objeto que pueda dañar en algún aspecto a los alumnos o los maestros.
Está fresco en nuestros recuerdos los acontecimientos sucedidos en las instalaciones de la Escuela Modelo de Mérida, en donde se vio una movilización policíaca por la posible amenaza de un tiroteo dentro de las instalaciones, al parecer por un comentario hecho por internet por un ex alumno que ya había expulsado por mala conducta, lo que alertó a otros estudiantes que informaron a sus padres, quienes a su vez alertaron al teléfono de emergencias 911 lo que hizo que llegaran unidades de la Secretaría de Protección y Vialidad para proteger la integridad de las personas reunidas en el inmueble del Paseo de Montejo, suspendiéndose las clases, pues muchos tutores se llevaron a sus hijos. No se supo a ciencia cierta de la magnitud del suceso, pues los directivos del recinto afectado minimizaron lo acontecido, argumentando que solo fue una broma de un muchacho resentido, pero es rescatable la presencia de la policía ante un posible suceso, todo esto a principios del presente mes de junio.
Viene a la memoria la balacera que se suscitó en la secundaria del Colegio Americano del Noreste en la ciudad de Monterrey en enero de 2017, donde un alumno de tercer grado accionó un revólver calibre 22 en contra de su maestra y compañeros con varios heridos, dos de ellos de gravedad y luego el joven homicida se suicidó con la misma arma, con la que había disparado, causando gran conmoción pues no se tenía antecedentes de un hecho así en México, aunque en el vecino país del norte ya son muchas veces que se dan matanzas en colegios, ante la facilidad de conseguir armas de fuego, como sucedió en una primaria en la localidad de Uvalde, Texas con un saldo de 22 niños y 2 maestros muertos, además de que muchos alumnos estadounidenses han tratado de dañar a otros compañeros con algún tipo de fármaco, tal como ocurrió en este mes en la secundaria pública núm. 39 de San Nicolás en Nuevo León, donde varios alumnos se intoxicaron al consumir clonazepam en tabletas, mismas que la maestra del grupo afectado vio como partían las pastillas, las consumían sus discípulos y no hizo nada al respecto para evitarlo cometiendo una terrible omisión como responsable del aula. El fármaco lo introdujo a escondidas una alumna.
También se dio la noticia en marzo de 2019 por medios de información de una broma que terminó de manera funesta en la prepa 6 de la ciudad de México, ya que unas alumnas dieron a beber jugos con Viagra disuelta en el líquido a alguno de sus compañeros, con la intención que los citados varones tuvieran una excitación en sus genitales para burlarse como consecuencia de la erección, pero uno de ellos falleció pues tenía un mal cardíaco y el sildenafil que contiene el vasodilatador sexual es en ocasiones malo para el corazón hizo estragos en el alumno fallecido. Por eso urge protocolos de seguridad como son las operaciones mochilas, instalación de detectores de metales con rayos X para evitar que los estudiantes introduzcan objetos inadecuados, para evitar sucesos lamentables en un futuro, donde seguramente nadie aceptará su responsabilidad.
