Editorial La Revista Peninsular
Después de que se desechara la reforma eléctrica
propuesta por el presidente Andrés Manuel López Obrador, el escenario político
nacional mostró una nueva composición que parece determinarse por la
polarización. Este escenario, el cual responde a la necesidad de generar
bloques para lograr equilibrios de poder, no debe replicarse en el escenario
social pues debilita la unidad nacional que tanto necesitamos para hacer frente
a los múltiples retos que afronta nuestro país.
Durante la segunda mitad del sexenio del presidente
López Obrador, el escenario político nacional ha demostrado estar regido por la
polarización: estás a favor de proyecto presidencial o en contra. Esto es
similar a lo que sucedió en la primera mitad del sexenio, con la diferencia de
que ahora la oposición, si se une, cuenta con suficientes diputaciones en el
Congreso Federal para evitar que Morena y sus aliados tengan una mayoría
calificada (2 terceras partes de las 500 diputaciones), la cual es necesaria
para modificar la Constitución.
Lo anterior ha intensificado la polarización política
en los sistemas públicos, lo que ha traído más cosas malas que buenas a la
nación. Por ejemplo, la polarización inhibe el debate pues propicia que
funcionarios de gran poder, como el presidente, ordenen la aprobación de
reformas “sin que se cambie una coma” o que los partidos voten en bloque sin
espacio al discernimiento de sus miembros. Por otro lado, entre sus pocos
aspectos positivos, permite corroborar el funcionamiento de nuestros
contrapesos institucionales y políticos.
Es difícil predecir hacia dónde va el escenario
político mexicano ya que cambia constantemente dada la cercanía a los próximos
comicios electorales. No obstante, todo parece indicar que la polarización
continuará por la postura que ha tomado el presidente López Obrador y su
partido tras la negativa a su reforma eléctrica.
Debido al nivel de polarización presente en la
política nacional, la población podría pensar que debe actuar de la misma
forma, pero no es así. Es importante que los mexicanos puedan separar su vida
social y comunitaria de los conflictos en los sistemas de poder pues éstos
tienen objetivos y reglas particulares que permiten su funcionamiento a pesar
de la polarización. En la esfera cotidiana, no debe importar qué partido apoye
el vecino o su opinión sobre la última reforma presidencial, sino que se
comparta entre todos una identidad nacional y el deseo por tener un mejor país.
Es cierto que lograr y mantener la unidad nacional es
complicado, especialmente cuando líderes políticos difunden discursos que
propician la división; sin embargo, los mexicanos cuentan con elementos que les
permiten sentirse hermanos a pesar de las distancias y diferencias como lo son
su diversa cultura, sus antiguas tradiciones, su honorable historia, su rico
arte, su legado deportivo, su impresionante patrimonio natural y su reconocida
gastronomía, entre muchos otros.
Buscar la unidad nacional es importante pues México,
aunque es un país bello, tiene muchos problemas que solo pueden solucionarse
desde su población. El gobierno y los sistemas de poder son esenciales para
hacer frente a dichas problemáticas, pero es la sociedad la que construye el
país día a día con sus acciones. Sin unidad nacional, difícilmente se lograrán
cambios trascendentales que permitan el devenir de un mejor país por lo que es
necesario que los mexicanos den la espalda a la polarización y, en vez, arropen
el diálogo y el respeto.
