Por: Cristina Padín.
Aquellos a los que habían robado el nombre y la sonrisa vivían en la parte baja de la Aldea.. allá donde el invierno era más duro y el calor más árido.. donde no había cine ni verbena nocturna.. donde comprar libros era muy difícil y donde no florecían los campos..
Ellos, los horribles, lo habían decidido así..
Entonces llegó el miedo…
Y los susurros. Eran duramente castigados los que enseñaban a leer, los que defendían al débil, los que disfrutaban el toreo. Tiempos horrendos para la cultura y el disfrute. Para el saber vivir y el opinar.. Tiempos con el pánico, tiempos sin libertad…
Entonces llegaron ellas. Gallegas. Firmes como rocas. Fuertes de pensamiento. Es el débil de pensamiento víctima de sectas. Ellas no titubearon. Actuaron. Salvaron al maestro. Y al bibliotecario. Al viejo torero. Ayudaron a esconderse. A huir.
Han pasado muchos años. Ahora esa zona se llama Los Valientes. Es pura vida, puro arte, pura libertad!
Ayer leí un libro sobre la gesta de unas hermanas gallegas y me quedé impresionada
Y las sectas también me impresionan, son lo peor
A la valentía
A gallegos valientes
A mi querido Luis
Al toreo
A mi mago. Hace hoy años
de su alternativa
A B y M, E y M, E
A la cultura
A mi amiga Julia
Y a la libertad. Viva la
libertad
