Entretenimiento, por: David Moreno
Dentro de la política mundial de nuestros días hay muy pocas cosas que pueden sorprendernos. Los personajes que desfilan cotidianamente en las primeras páginas de periódicos y revistas, en las pantallas de los noticieros de televisión y a través de los miles de sitios noticiosos que existen en internet, parecen estar cada vez más inmersos en una vacuidad enfermiza, egocéntrica y concentrados solamente en aumentar sus cotos de poder a cualquier precio y a costa de cualquier persona. El poder enloquece o quizá se necesita estar un poco loco para desearlo, para manejarlo o para ser víctima del mismo.
Ante un panorama como el anterior, una figura de ficción como Selina Meyer (la magnífica Julia Louis-Dreyfus) cobra una singular relevancia. La protagonista de VEEP, la serie de HBO que recientemente llegó a su final, es un compendio de todos los defectos que pueden encontrarse en un político actual: es ignorante, egocéntrica, manipuladora y capaz de arrollar con cualquier método a todo aquel que se cruce en su camino. Le interesa solamente una cosa: llegar a la Oficina Oval para satisfacerse a si misma. Es un personaje monstruoso rodeado de otros que en menor medida comparten esas características y que también utilizan a Selina Meyer para tratar de crecer de acuerdo a sus propios intereses. Y es por eso que desde el primer episodio uno no puede dejar de mirar a toda la locura retratada en la serie y reír fuertemente con ella. Porque finalmente se convierte en un reflejo de la comedia política en la que vivimos; porque a pesar de que Selina y su séquito son una camarilla de canallas, eso los convierte en personajes adorables, entrañables, políticamente incorrectos y, hasta cierto punto, disruptivos. El tono de sátira en el que toda la serie está dibujada ayuda a diluir las barbaridades de Meyer desde su puesto como Vicepresidenta de los Estados Unidos hasta toda la carrera enfocada a convertirla en la primera mujer Presidenta de la nación más poderosa del planeta. Precisamente el manejo cómico que se hace de cada una de las situaciones plasmadas en pantalla, es lo que genera que se pueda hacer una brutal crítica al sistema político de los Estados Unidos y a quienes le conforman, eso sin dejar a un lado a empresarios, líderes sociales y diplomáticos de otras nacionalidades que entran al juego para compartir un trozo del pastel del poder o bien para ser borrados por el mismo una vez que éste se ha servido de ellos.
VEEP es un muestrario de indecencias, de situaciones llevadas al extremo para provocar la risa pero también la reflexión sobre la ambición, la política que se alimenta de ella y las personas que se mueven en un mundo en donde no existe la amistad, en donde todo está sujeto a los intereses y en donde suelen imponerse los que son representados por el dinero y el poder político. Todo plasmado en una serie perfectamente escrita, actuada, y con una puesta en escena de primer nivel. Con una cámara que siempre se encuentra en movimiento, encuadrando a los personajes casi de manera accidental como tratando de asomarse a un mundo al que no pertenece pero que forzosamente debe mostrar para que todos los que tampoco estamos inmersos en él nos vayamos dando cuenta de que tipo de hombres y mujeres son los que están jugando la partida por el poder, una partida en la que suelen haber muy pocos ganadores y una enorme cantidad de perdedores que llegan a ella sin ni siquiera haberlo pedido.
Con un elenco de primer nivel en el que destacan Ana Chlumsky, Tony Hale, Reid Scott, Kevin Dunn, Gary Cole y Sarah Sutherland, VEEP tuvo en este 2019 su despedida. Si ustedes, queridos lectores, por algún tipo de accidente no han visto esta auténtica joya, sus siete temporadas están disponibles en HBO GO. Vayan a ellas, se van a divertir mucho porque las tragedias padecen de un síndrome de volatilidad que las transforma en comedias, para reírnos de ellas tal vez porque ese es el único remedio que nos queda a los simples mortales que las padecemos diariamente aunque intentemos con todas nuestras fuerzas huir de ellas.