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Verdades A Medias

José Francisco Lopez Vargas
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Claroscuro, por:Francisco López Vargas

Hay una falsa discusión sobre el ejemplo del presidente de la República y su salario de $108 mil.

Imponer a todos sus colaboradores la baja salarial me parece no sólo sano sino un tema que él en lo personal debería discutir con quienes invitó a trabajar en su gobierno. Después de todo él los llevó al gabinete y si cree que deben ganar menos de lo que ahora ganaron sus antecesores, así sea. Es su gabinete y de cada uno de ellos dependerá si acepta porque es una falsedad que esos altos funcionarios vivan sólo de esos ingresos.

Los demás, quienes ya trabajan en el gobierno, no deben de sujetarse a esa norma porque por algo existe el servicio civil de carrera y la independiencia entre poderes. Tabuladores salariales, manuales de operaciones y obligaciones por estas hay vigentes, muchas de ellas correspondientes a sus obligaciones y responsabilidades.

La realidad es que es muy injusto que un empleado que lleva una vida haciendo méritos para tener ascensos de la noche a la mañana vea su salario disminuido porque el Presidente así lo decidió.

El Presidente, hay que decirlo, gana 108 mil pesos mensuales que puede depositar íntegros en su cuenta bancaria o, de plano, ni siquiera sacarlos. Por su investidura, López Obrador no paga agua, predial, basura, comida, casa, colegiatura, ropa, automóvil, gasolina, boletos de avión ni ninguna otra erogación que los mexicanos sí tenemos qué hacer, incluídos los trabajadores del gobierno y en sus diferentes ámbitos. Lo del titular del Ejecutivo todo lo cubre la presidencia de la República.

El presidente debería pagar impuestos, pero eso tampoco está claro a pesar de que a todos los funcionarios si se les descuenta, pero López Obrador no ha dejado claro si su salario es bruto o ya con los descuentos por los impuestos.
Andrés Manuel miente cuando habla de sus ingresos no sólo ahora sino cuando fue candidato y presidente del PRD menos cuando fundó su partido Morena. Decía que sólo tenía doscientos pesos en su cartera y que no usaba tarjetas de crédito, creo que porque no podía comprobar ingresos y esos ingresos o gastos dejan necesariamente huella si son vía la banca.

El tema a discutir no es sólo el de la austeridad que no creo que haya nadie en contra, lo que está mal es que haya un presidente, de nuevo, que pueda definir la vida y el empleo de muchísimas personas que trabajan para todos los mexicanos y que dependen de sus ingresos para vivir sus vidas con decoro.
El presidente López no puede ni debe invadir la autonomía de los otros poderes menos del que es más débil porque dependen de él vía las propuestas que hace la presidencia de sus miembros y los aprueba el Senado en el que tiene mayoría.

Fortalecer la autonomía de cada uno de los poderes debe de servir de equilibrio a los afanes impositivos de un gobierno que, hay que decirlo, actúa aún más faccioso de lo que caracterizó a los que lo antecedieron.

La pobreza del pueblo, tan cierta y tan lacerante, no debe servir de pretexto para dañar a otros mexicanos que ganan sus salarios honestamente y eso de que la “corrupción” es lo que nos daña, pues fácil: que la combata castigándola y poniendo de ejemplo a quienes violen la ley y abusen de sus cargos y no diciéndolo sin hacer nada.

Vivimos una incipiente democracia que necesita consolidarse con las contenciones indispensables para evitar abusos y tentaciones de reelección que ya se avizoran cuando se modifiquen las consultas.

La Corte debería no sólo ser transparente y en verdad hacer su labor, pero necesita ser independiente absolutamente para hacer mejor su trabajo y no creo que haya una discusión seria sobre el tema de sus ingresos sino sobre la atribución presidencial de bajarlos por decreto.

Los dos poderes que se definen por votación popular son el Congreso –Cámaras de diputados y senadores- y en ambos casos los que llegan saben cuánto ganarán y es una atribución legal del legislativo validarlos en cumplimiento de la ley y respetando las propuestas de ley, apegándose siempre a los principios constitucionales y a los derechos humanos y laborales de los trabajadores. Nunca será buena idea bajarle el salario a todos los empleados del gobierno y menos amenazarlos con aceptar o sacarlos.

Hasta hoy, López ha sido muy consecuente con su conducta anterior, si ya llegó a ser presidente con todo el poder ¿Por qué tendría que ser diferente?

Le molesta que le lleven la contraria, que no se sumen a su proyecto, que no obedezcan sus órdenes, no le hace caso prácticamente a nadie y, por lo visto, pocos se atreven a llevarle la contraria. ¿Funcionará un país donde se desoiga a la academia y a la ciencia por capricho? Lo inteligente es ver conductas y actuar en consecuencias, no refugiarse en la fe y menos dejarse engañar por un político, por muy presidente que sea.

José Francisco Lopez Vargas
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