La Revista

Volver al pasado

José Francisco Lopez Vargas
José Francisco Lopez Vargas
Sígueme en redes sociales:

Por Francisco López Vargas

Casi me he resignado a ver que este país empeorará antes de mejorar. Puedo presumir que a pesar de todo y de todos, en lo personal no me puedo quejar de lo que he logrado en mi vida, pero es muy triste ver lo que no hemos logrado como país. Nací en 1963 y puedo decirles que mi generación nació en medio de una crisis que nos ha perseguido durante sexenios.

A las crisis económicas nos han seguido las crisis políticas. Unas y otras se han turnado para dejarnos claro que como país tenemos mucha tarea por hacer. Hemos vivido una dictablanda, como diría Vargas Llosa, que no sólo ha servido para acreditar que la política es asunto de patrimonio familiar sino que no necesariamente llegan a ser presidentes del país las personas más capaces y más honestas.

Sin embargo, hemos sido capaces de darnos instituciones de prestigio como el IFE de la transición política, pero por desgracia no hemos elegido bien a los que nos han gobernado y por ello el IFE se ha transformado en un INE en el que la desconfianza es normal.

Como sociedad nos hemos decantado por candidatos que prometían mucho, otros que eran muy guapos y que si sabían gobernar, pero la realidad nos ha dejado claro que nada de eso sirve para conducir un país a una prosperidad que nos saque del tercer mundo.

Las elecciones, antes disputadas por fraudulentas, hoy siguen en duda por la cantidad de recursos que se inyecta a las campañas y cuyo origen es desconocido. La autoridad y los partidos que le dieron vida se han encargado de opacar para beneficiarse convertidos todos ya en cómplices que se reparten un botín. Sin embargo, los partidos tampoco hacen su parte para mejorar la calidad de la elección y menos para presentar mejores candidatos.

Hoy tenemos personas por demás cuestionadas tratando de elegirse como presidentes de la República. Unos tratando de hacernos creer que son los salvadores del país, los redentores, otros rodeándose de lo peor de la política del país, de la gente más cuestionada y más corrupta, unos más aspirando que sus compañeros de travesía no sean un lastre, que no lo lleven a una derrota, mientras el gobierno de la República no cesa de cometer errores, de equivocarse y alimentando el repudio popular.

Sin embargo, como sociedad la visión no es halagadora. Los ciudadanos están exaltados, rabiosos porque hoy ese hartazgo sirve de justificación para echarle la culpa a alguien del porque no viven como se merecen, porque hay tanta mediocridad, porque no hay oportunidades ni opciones.

Empero, ese coraje, esa rabia nubla la razón. Nubla la inteligencia y hará que en el México de mañana optemos por una opción que sólo representa el pasado. Quienes combatimos al PRI de mediados del siglo pasado no podemos dejar de ver que esa presidencia imperial regresaría si Andrés Manuel López Obrador ganara los comicios.

¿Qué podemos hacer para evitarlo? En lo individual muy poco. Tratar de que la gente razone su voto, analice las conductas y los actos de cada candidato para definir la mejor propuesta pareciera una tarea imposible cuando lo que impera en la cabeza es la venganza, la revancha y el castigo al gobernante.

Antes de que empiecen las campañas hay quienes piensan que la elección ya se definió. Incluso, algunos seguidores del candidato que lleva la delantera, Andrés Manuel López Obrador, se atreven a decir no sólo que ya ganó sino que habrá “chingadazos” sino se le reconoce el triunfo, pero ¡faltan cinco meses para la elección!

Y a eso se le suma las descalificaciones a quienes no piensan como él, a quienes nos atrevemos a censurar sus posturas, a quienes nunca hemos simpatizado con él.

Bueno, muchos priistas, los que han vivido del sistema, los que han sido parte del tricolor pero han sido marginados, o porque ya se les acabó su turno, recurren a un apoyo al que piensan les regresará el país que a ellos los benefició.

López Obrador no es demócrata, no es tolerante, no es más que un tipo que aspira a ser idolatrado, pero que representa a una parte de una sociedad harta.

Sin embargo, Andrés no representa a todos los mexicanos porque no todos estamos de acuerdo con sus planes, con sus proyectos. Será presidente con un 65 por ciento de la sociedad en contra si no es que el 70, y eso sería idéntico para los demás candidatos. ¿Cómo gobernar con esa minoría?

Si el país no se reforma desde sus cimientos, seguiremos teniendo partidos que gobiernen sin legitimidad auténtica, sin votaciones mayoritarias y con una sociedad parcializada, dividida que no estarán de acuerdo con las decisiones del gobierno.

El país va a empeorar antes de mejorar sin importar quien gane las elecciones: si gana el PRI tendrá manifestaciones y arrebatos de furia de los más radicales, si gana el PAN tendrá ese deslinde de quienes no apoyaron a Anaya, y podría ser también escenario de quejas, de manifestaciones.

Si gana López tampoco habrá una sociedad satisfecha y eso queda claro porque dos veces antes no le dio el voto al candidato que postuló el PRD.

El país no puede seguir en ese rumbo, en ese camino de polarización ni de gobiernos de minoría. ¿Hasta cuándo habrá gobiernos de mayoría real? Hasta que los partidos se pongan de acuerdo para una segunda vuelta, o un gobierno de coalición. Sólo así.

Mientras eso pasa, no dejemos de votar, nuestro voto puede ser la diferencia.

José Francisco Lopez Vargas
José Francisco Lopez Vargas
Sígueme en redes sociales:

No quedes sin leer...

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

- Advertisement -spot_img
- Advertisement -spot_img

Lo último