Por: Marco A. Cortez N.
¿Que Yucatán quieres? ¿En qué tipo de Mérida te gusta vivir?
¿Dónde quieres que tus hijos, nietos, sobrinos, hermanos, primos, padres y abuelos y todas aquellas personas que amas, quieres y aprecias, vivan mejor; con más seguridad, más salud, más bienestar y más oportunidades de vida y desarrollo?
Yo, en lo personal, quiero y deseo ver hacia adelante, sin olvidar el
pasado que con su legado nos ha enseñado a pensar y analizar mejor las cosas, las situaciones y las circunstancias.
Venimos de un año (2020) durísimo, que nadie quiere recordar pero que debemos hacerlo sobre todo en memoria de quienes fueron víctimas de una de las tragedias más grandes de la humanidad: el coronavirus, enfermedad que aún no superamos por completo pero que estamos en proceso toda vez que hemos entendido que hay un antes y un después y que costó y sigue costando miles de vidas en todo el mundo.
Yo creo que debemos ver hacia adelante valorando lo sucedido y aplicando lo aprendido tanto en lo sanitario como en lo económico, social y político. Una vez más fallamos todos (quienes votaron a favor y quienes no lo hicieron o lo hicieron en contra del actual régimen). Ha quedado muy claro que es más con lo mismo y con un plus particularmente importante ya que el ganador que no fue un partido sino una persona, para poder gobernar se rodeó de todos los remanentes o sobras de las organizaciones políticas que habían, y que a raíz de este fenómeno, se han multiplicado como como si fueran roedores.
Yo quiero seguir viendo hacia adelante, quiero que mis hijos se desarrollen en una Mérida y en un Yucatán con oportunidades, con opciones de desarrollo profesional y personal. Quiero un estado y una capital yucateca que mire, reconozca y valore la naturaleza y el uso de las energías limpias, renovables, con acceso a las tecnologías de reciente generación y olvide y deje atrás de una buena vez y para siempre el legado retórico y demagógico que tanto daño le ha hecho a México.
País de más de 2 millones de kilómetros cuadrado, casi 130 millones de habitantes y una enorme riqueza histórica, cultural y desde luego de flora y fauna y también de enormes recursos materiales y minerales.
Quiero a gobernantes con convicciones, sólidas, firmes, sin titubeos y sin dar un paso atrás, no trepadores o chapulines que mutan o disfrazan según el color del gobierno en turno. Hoy vivimos un proceso inédito, en la cola de la pandemia, basado si, en las caminatas -en algunos casos con tambores y batucadas que más se asemejan a un carnaval, en lugar de un proceso serio, con propuestas lógicas, claras y sobre todo viables. Ya basta de ofrecer por ofrecer, bien dicen que ofrecer no cuesta nada, dar es lo que aniquila.
Yo quiero una Mérida que siga enfrentando los retos que le depara la naturaleza y los entornos socioeconómicos, quiero un Yucatán donde cada día que
amanezca haya menos pobreza y desigualdad, que quienes viven en el interior del estado no abandonen sus tierras para venir a la capital a subemplearse y ganar apenas para llevar el pan, las tortillas y la sal a sus hogares.
México, el país, nos ha dado una enorme lección. No volvamos a equivocarnos, repitamos los errores de siempre. Siendo sincero veo hoy a muchos partidos políticos cuyos nombres aún se me dificulta conocer y sobre todo entender sus ideales, pero en esencia, continúo viendo a dos fuerzas políticas, una de ellas como el dragón de 6 u 8 cabezas, es decir, lo mismo, pero de diferentes colores.
Yo, ya sé que Yucatán quiero.
Yo, ya sé en qué tipo de Mérida vivo.
¿Y tú? ¿Estás consciente?
