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“Ya no estoy aqui”. Gran película mexicana

Ariel Aviles Marin
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En el S. VII A. de C., Homero escribe su epopeya “La Odisea”, una de las obras cumbres de la literatura universal. A diferencia de la “Ilíada”, esta segunda epopeya homérica, es el triunfo del hombre sobre la voluntad de la divinidad. La prestancia y fuerza de voluntad de Odiseo o Ulises, se impone por encima de todas las adversidades que Poseidón pone en su camino de retorno, y regresa triunfal a su patria, Ítaca. Esta trama genial, ha dejado una profunda fascinación en la memoria colectiva, y por ello ha sido retomada en varias épocas, con diversas variantes de enfoque, pero conservando la esencia del asunto: Los titánicos trabajos para ir y volver de la patria. Quizá, la más célebre recreación de esta trama, sea la del irlandés James Joyce con su “Ulises”. Manuel Alvar López, en un inolvidable seminario de literatura impartido en la UADY en 1991, dijo: “Penélope y Ulises están vivos y presentes, porque persisten en el imaginario colectivo del mundo”. Ahora, aquí en nuestro país, el cineasta mexicano, Fernando Frías de la Parra, nos ha devuelto a Ulises, pero ahora en anti héroe y sin un triunfo al final del doloroso viaje. La película “Ya no estoy aquí”, es una moderna odisea urbana y violenta, dolorosa y desgarradora. ¡Una gran obra del cine mexicano actual!

Nuestro cine, en sus últimas etapas y producciones, ha ido en ascendente en la calidad artística; ahí tenemos que, la actual generación de cineastas mexicanos, ha estado pegando duro en el concierto del cine universal. María Novaro, Guillermo del Toro, Alfonso Cuarón, Alejandro González Iñárritu, han peleado codo con codo, con los principales cineastas del orbe, los últimos premios de academias y festivales. Ahora, Fernando Frías de la Parra, se destapa estrenando en el Festival Internacional de Cine de Morelia, el 20 de octubre de 2019, su obra: “Ya no estoy aquí”, y se lleva el premio al mejor largometraje. Esto se repite en el Festival Internacional de Cine del Cairo. Y ahora, el domingo pasado, en la entrega de los premios Ariel 2020, barre con la quinta y los mangos y se lleva la friolera de trece estatuillas de la Academia Mexicana. La cinta se estrena en la plataforma Netflix el 27 de mayo de este año, con un éxito sin precedentes y, al ganar estos trece Arieles, seguramente romperá record de reproducciones. Con estos triunfos significativos, “Ya no estoy aquí”, se pone a la cabeza de nuestro cine y seguramente dará todavía que hablar, en algunos eventos más, todos ellos de la mayor importancia.

La Academia Mexicana de Ciencias y Artes Cinematográficas, creó este premio, el Ariel, en 1946, desde su fundación. La primera película en recibirlo fue “La Barraca”, de Roberto Gavaldón; y ahora, Fernando Frías lo recibe por “Ya no estoy aquí”. La película, se adjudicó los siguientes Arieles: Los dos correspondientes a Revelación Actoral, femenina y masculina, fueron para: Blanca Corral Puente (Chaparra) y Juan Daniel García Treviño (Ulises) El de Fotografía fue para: Damián García. El de Sonido lo llevaron: Javier Umpíerrez y Yuri Laguna. Lo obtuvo por Efectos Visuales: Sacha Korellis. Por el Mejor Guion, Mejor Edición y Mejor Dirección: Fernando Frías de la Parra. El de Maquillaje fue para: Elena López Carreón. Diseño de Arte fue para: Gino Fortebuono. Por Vestuario: Magdalena de la Riva. El de Efectos Especiales fue para: José Martínez. Y, desde luego, el de oro a la Mejor Película, para: Ya no estoy aquí. Esta amplísima premiación, da cuenta de cuántos campos del arte, en forma destacada, cubre este filme. Tres personajes femeninos y uno masculino, son los principalesde la historia. El protagonista de la historia es Ulises Samperio (Daniel García Treviño), adolescente que pertenece a la Cultura Kolombia, que se ha formado en las zonas marginales de la ciudad de Monterrey; Chaparra (Blanca Coral Puente) y Wendy (Rocío Montserrat Ríos) son amigas de Ulises, y son parte de una clica (pandilla), grupo de chicos banda que bailan cumbia y fuman marihuana, pero que no se meten con nadie, el grupo se ha autonombrado “Los Terkos”, y lo completan la Negra, Pekesillo y el Sudadera.

Ulises, es un chico banda que desde niño ha desarrollado una profunda fascinación por bailar cumbia, cuando baila, parece transportarse a otro mundo, se fuga de su dura realidad de miseria y violencia. En las zonas marginales de Monterrey, bajo la influencia de las migraciones colombianas, se ha formado un híbrido transcultural que se denomina “Cultura Kolombia”; a esta cultura pertenecen Ulises y su banda. Pasan día y noche en las calles, bailan cumbia, pero una cumbia intervenida por las corrientse del Jip Jop y el Rap, movimientos callejeros y populares de las zonas marginales de USA. La música conserva el alma popular colombiana, pero es bailada en una forma figurada, con movimientos no exentos de belleza y destreza, pero que nos evocan los de las calles y barrios de la unión americana. En el espacio que se mueven los chicos, se libra una batalla por el dominio de espacios, entre los llamados cholos, de facha estrafalaria, al que pertenecen los chicos, y los cárteles, que son parte del crimen organizado, y que se dedican al tráfico de drogas y que están fuertemente armados, y son muy violentos.

Pronto, se desata una verdadera guerra entre el grupo de Los F, que son los integrantes del cártel, y Los Pelones, que representan a los cholos. Accidentalmente, Ulises es testigo de la ejecución de los dirigentes de los  cholos, y Los F, lobuscan a él y a su familia para matarlos, por lo que tiene que huir y esconderse con unos parientes. Cómo Ulises ya no soporta la presión, decide huir a Estado Unidos, y lo hace escondido en la cajuela de carga de un minibús. Con gran esfuerzo logra llegar hasta Jochason Heigths Queens, en New York. Muy pronto, la sensación de soledad y total falta de identidad y pertenencia se va apoderando de su alma, además vive en una miseria extrema. Va por las calles llevando en la espalda una mochila, y en las manos un par de bolsas de plástico negro con sus cosas, por toda posesión. Gana algunos dólares recogiendo basura en la azotea del edificio de un chino, y empieza a subir por la escalera para incendios, para dormir sin ser visto en un rincón de la azotea. Ahí, lo sorprende Lin (Xauming Angelina Chen)Entre los adolescentes nace una bonita amistad, en la que la terrible barrera del idioma es un obstáculo insalvable, que van remontando con mucha voluntad e ingenio.

La zona de la ciudad en la que Ulises se mueve, está cruzada constantemente por los trenes urbanos, cuyo sonido al correr y sus silbatos, son una dolorosa sensación en el alma que aumenta su tristeza. Poco a poco, su ánimo se va quebrando. La escena en la que corta su cabello, nos da una idea de la muy profunda depresión de la que va siendo presa. La vida de la gran ciudad, es muy agitada, pero Ulises vive la terrible soledad acompañada, que es insostenible. Ya no soporta más, y decide regresar a sus lares, y se pone en camino. Después de terribles sacrificios, al fin llega a las inmediaciones de Monterrey. Va recorriendo sus lugares conocidos. ¡Todo ha cambiado! Sus amigos Los Terkos, unos han muerto, y otros han tomado otros caminos en la vida. Nada del mundo que conocía pervive. Su alma se siente totalmente desolada. En este mundo, no hay un lugar para él. No es el Ulises homérico que vuelve al hogar, es un alma perdida y sin esperanza. El final es terrible y doloroso. El director nos deja un final abierto, en el que cada quien puede poner un desenlace. Se ve a Ulises, bailando cumbia sobre una azotea, bailando y bailando y bailando. Sabe que ahí no tiene cabida, no hay un lugar para él. Sólo le queda aceptar: ¡Ya no estoy aquí!

Las fotos son de Salvador Peña L.

Mérida, Yuc., a 3 de octubre de 2020.

 

Ariel Aviles Marin
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