Andrés Manuel López Obrador, líder de Morena y virtual candidato de ese y otros partidos a la Presidencia de la República, encabeza todas las encuestas que al día de hoy se han realizado en el país, y en algunas hasta con 15 puntos de ventaja, y hay razones para que esto sea así.
El político tabasqueño lleva casi 18 años de campaña por todo el territorio nacional, y ésta sería su tercera incursión como candidato: La primera vez perdió ante Felipe Calderón por medio punto, y la segunda ante Peña Nieto por 5 puntos. Así las cosas, y principalmente porque aún no tiene contrincante, no me sorprende que lleve la delantera.
López Obrador fue priista y cambió ese partido por el PRD, porque ya no compartía la visión de Estado de los primeros. Hasta allá muy bien. Transcurridos los años manifestó su descontento con el PRD, porque no era el dueño de todas las canicas y como no lograba imponer su voluntad, creó su propio instituto político, Morena, en donde es sota, caballo y rey, y por tanto nadie le discute. Un gran trapecista.
Coincido en que el político tabasqueño es una oferta diferente pero me pregunto si eso es bueno, si valdría la pena probar con él. Por lo pronto no comparto sus políticas populistas como rebajarse el sueldo en un 50%, o regalarle a cada mexicano desempleado $5,000 mensuales.
Me parece sumamente discutible su idea de trasladar a los Estados las Secretarías que integran el Gobierno Federal –a Yucatán correspondería la de Medio Ambiente- y me gustaría saber cómo piensa hacerle para una serie de cambios que esgrime en todas sus giras, de mítines, que realizada cada día sin que el INE se manifieste por estos inminentes actos de campaña anticipada.
No me gustaría que nos fuéramos por un cambio sin bases ni fundamentos, hastiados o aburridos de dos partidos que no nos han funcionados. México se merece un poco más de nosotros, México amerita de nuestra responsabilidad en escoger quién nos represente.
Sólo volvamos los ojos al no lejano Venezuela: un país rico en petróleo, un país cansado de dos partidos dominantes, un país que buscó su mejoría en un populista que les vendió espejitos y que hoy llora su miseria, su falta de democracia, su libertad perdida.