El coordinador de asesores de la Presidencia de México, Jesús Ramírez Cuevas, afirmó recientemente que el país está cerca de alcanzar el “empleo pleno” tras el informe del INEGI de octubre de 2024, que reportó que el 97.5% de la población estaba ocupada en alguna actividad económica. Según sus palabras, “59.9 millones de mexicanos están empleados”, la cifra más alta de ocupación en la historia del país. Sin embargo, estas declaraciones no reflejan con precisión la realidad del empleo en México.
Es cierto que ha habido una mejora en la ocupación desde 2018, pero la gráfica compartida por Ramírez Cuevas omite un detalle crucial: la distinción entre empleos formales e informales. En México, más de la mitad de los empleos son informales (54.1%), lo que significa que la mayoría de los trabajadores no cuentan con las prestaciones de ley, como seguridad social o prestaciones laborales adecuadas. La mejora en la ocupación se ha limitado a un aumento marginal del 1.2% en la formalización del empleo desde 2018, pasando del 44.7% al 45.9%.
A pesar de los esfuerzos por aumentar los empleos formales, el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) reportó en noviembre de 2024 la incorporación de apenas 24,696 nuevos empleos formales, la cifra más baja para ese mes desde 2008. Además, la generación de empleo formal en lo que va de 2024 cayó en un 40% en comparación con el año anterior. Organizaciones como México, Cómo Vamos, señalan que estas cifras no son suficientes para cubrir la creciente demanda de empleo ni para reducir la informalidad.
Edgar Vielma, exdirector de Estadísticas Sociodemográficas del INEGI, explicó que la ocupación se refiere a todas las personas activas en el mercado laboral, tanto en trabajos formales como informales, mientras que el empleo se refiere específicamente a las relaciones laborales formales. Así, aunque 59.9 millones de mexicanos están “ocupados”, más de la mitad lo están en condiciones de vulnerabilidad laboral debido a la informalidad.
Este fenómeno también se observa al comparar a México con otros países. Mientras que en países como Estados Unidos y España, más del 50% de la población tiene un empleo formal, en México, casi 6 de cada 10 personas ocupadas lo están en empleos informales, lo que implica menores ingresos, condiciones laborales precarias y ausencia de beneficios laborales.
El empleo formal ha mostrado una tendencia a la baja en México, con un aumento muy modesto en comparación con el crecimiento de la población activa. Según el IMCO, se requieren 100,000 empleos formales adicionales cada mes para satisfacer la demanda del mercado laboral. De hecho, el crecimiento en la tasa de pobreza laboral también es alarmante: el 35.1% de la población mexicana se encuentra en situación de pobreza laboral, lo que significa que no cuentan con los ingresos suficientes para cubrir sus necesidades básicas.
Por otro lado, Ramírez Cuevas también se refirió a la reducción de la brecha salarial entre hombres y mujeres, señalando una disminución del 29% en la brecha salarial nacional. Sin embargo, este dato se refiere a una cifra municipal, y aunque en algunos de los municipios más pobres del país la brecha salarial se redujo significativamente, en términos generales, los hombres siguen ganando más que las mujeres, tanto en empleos formales como informales. Además, la tasa de informalidad laboral entre las mujeres es más alta que la de los hombres, con un 55.4% frente al 54.1% respectivamente.
En conclusión, aunque existen mejoras en ciertos indicadores, las cifras presentadas por el gobierno de México en relación con el empleo pleno son engañosas, ya que no consideran la alta proporción de empleos informales ni la baja generación de empleo formal en 2024. La verdadera cuestión radica en garantizar empleos de calidad y formales para la creciente población laboral y reducir la precarización del trabajo en el país.