La Revista

Ahí viene el invierno

Marco Cortez Navarrete
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Antes que nada, externo con toda mi alma y corazón mi más sentido pésame a las familias y amigos de las 75 mil 844 personas que han fallecido en el país y entre estas a las 2 mil 271 en Yucatán, oficialmente, todas estas almas se nos adelantaron debido a la pandemia de COVID.

Aquí, en mi tierra, conozco a varios amigos y conocidos que han perdido -y siguen perdiendo- a seres queridos (papá, mamá, abuelos, hijos, sobrinos, nietos) y, evidentemente, no conozco a la gran e inmensa mayoría de las personas que sufren de estas ausencias, pero sé que todos tenemos algo en común, que nos une, ante todo somos seres humanos y además habitamos el mismo país, estado o ciudad.

Ahora, lo que hoy quiero decir en este texto (no sé, usted) es que percibo y respiro un ambiente diferente, distinto al aciago inicio de la cuarentena por la pandemia que propició, con justa razón, una muy pero muy larga cuarentena y con una enorme multiplicidad de efectos y de consecuencias.

Expectantes, la gran mayoría, por no decir todos, nos refugiamos en nuestros hogares y las actividades, todas literalmente, se detuvieron ocasionando de manera gradual e inevitable un ambiente de incertidumbre y caos y con esto efectos devastadores en los sistemas económicos y una galopante pérdida de trabajo y empleos debido al cierre de miles de empresas y más doloroso aún, ver cómo de manera cotidiana -y hasta el día de hoy- se contabilizan no solo los contagios sino los seres humanos que ya no están entre nosotros. Esta es la verdadera e ineludible tragedia de la pandemia: la ausencia definitiva de gente de todas las edades.

Creo, con mesura, que tanto el gobierno federal y los gobiernos estatales, como es su deber y obligación, implementaron programas y medidas para tratar de frenar la espiral de la enfermedad, no solo en número de contagios sino de manera especial de decesos.

De inmediato, muchos comenzamos a decir a opinar, unos a favor y otros en contra, mientras el virus, indiferente, se extendía y seguía y sigue cegando vidas.

Yo a título personal, tuve y confieso, tengo muchas preguntas y dudas todavía, pero poniendo mis pies en la tierra considero y doy razón a los directamente responsables (los gobiernos federal y estatales), aún a pesar de que (la sociedad), en algún momento, no entendimos o no quisimos entender el tamaño y complejidad del problema.

Vino una apertura y fallamos TODOS. No funcionó, se tomaron nuevas medidas y volvimos al encierro y a criticar y a opinar de nuevo. En algunos casos con expresiones impregnadas con ciertas dosis de tintes políticos, y lo más triste, sin importar el dolor que han sufrido y seguirán sufriendo por mucho tiempo más, miles de familias mexicanas y entre estas yucatecas.

Se presentó otra oportunidad, surgieron nuevas condiciones para salir adelante y sabemos que…NO PODEMOS fallar, y así lo saben también quienes tienen en sus manos el poder y facultades para definir programas, estrategias y acciones enfocadas de manera prioritaria a frenar los números de decesos y contagios.

Es así que surgieron y aplicaron nuevas medidas, podría decirse, más severas y complejas, y de nuevo, las críticas que, en ocasiones pienso que la desesperación, la ansiedad y el estrés hacen presas a las personas que ansían salir o dejar ya esta pesadilla.

Es cierto, hoy cuando llueve muy fuerte flotan los conos de plástico colocados en el centro de Mérida y para muchos resulta incómodo transitar o ver decenas de maceteros con plantas, pero, ¿sabes que esto busca dar más espacios a las personas que caminan en ese sector todos los días y que es nodo neurálgico de y para la distribución de miles y miles de personas hacia los puntos cardinales?

Es cierto también que los paraderos de autobuses fueron reubicados, alejados, sacados del corazón del centro; hay que caminar, sí, definitivo, pero a cambio hay una reducción de contagios por la interacción de personas y con esto potenciales futuros decesos. Hoy, no se usted, pero yo (como dije al inicio) percibo otro ambiente, otro aroma, observo cifras todavía altas en materia de transmisión del virus, pero veo, ¡finalmente! una luz al fondo del túnel, es decir una reducción en el número de gente que se nos está adelantando.

Creo también que finalmente muchos entendimos no tan solo el significado sino la importancia de utilizar cubrebocas, de mantener la sana distancia y de lavarnos las manos cuantas veces sea necesario. Pero aquí, hago una pausa y pongo el dedo en la herida que aún está abierta y que se niega o resiste a cerrar.

No debemos, ni podemos cantar victoria, el semáforo en Yucatán -por algo- sigue color naranja. ¿Prudencia de las autoridades? tal vez, pero considero que es una medida sabia. Veamos cómo está hoy mismo el continente europeo que superó la primera ola, pero parece ser que en algunos países no tomaron en serio la segunda, que puede ser igual o peor.

Y lo anterior, es lo que NO DEBE PASARNOS, porque para nuestra situación social, económica y política sería algo así como un “estoque” y no podemos darnos ese lujo, de ninguna manera.

Preparémonos entonces muy bien para el invierno que se aproxima. De antemano ya nos dijeron que hay una enorme posibilidad de un resurgimiento o rebrote del virus y por lo tanto debemos y podemos evitarlo a toda costa y sí se da, que sea mínimo y controlado. Por lo pronto, en octubre, inicia la campaña de vacunación contra la Influenza y este es uno de los temores del sector salud…enfrentar dos pandemias al mismo tiempo.

Quienes necesitemos la vacuna, acudamos para que nos sea aplicada -entiendo a partir de octubre- y, aun así, redoblemos las medidas sanitarias y preventivas y, una cosa más, a los jóvenes, les pido tener prudencia no tan solo para el cuidado de sí mismos sino para no llevar a sus casas la razón para perder a más gente que se ama. De la vacuna pues creo que debemos confiar en los responsables de traerla a México ¿verdad señor Ebrard? Este es un tema donde depositamos la confianza en los servidores públicos que tienes esa enorme responsabilidad.

Hay países, como Rusia, que ya presume tener no una sino tres vacunas, o China que afirma contar ya con el visto bueno de la OMS para iniciar la inmunización de su pueblo, y otros muchos proyectos más diseminados por todo el mundo. Para concluir les diría, con todo respeto: ESTO SIGUE, NO SE CONFÍE, AHÍ VIENE EL INVIERNO.

Hasta la próxima.

Feliz Fin de Semana.

Marco Cortez Navarrete
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