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Subsidiar el carbón, una estrategia equivocada

Raul Monforte González
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Construyendo, por: Raúl Asís Monforte González. 

E-mail: raul@mienergiamx.com
Facebook: Raúl Asís Monforte González. Twitter: @raulmonforteg

Casi todos los países del planeta reconocen como un
instrumento útil para avanzar en la descarbonización de sus economías, en
concordancia con el objetivo del Acuerdo de París, la imposición de un precio
al carbono, y están implementando este mecanismo de diferentes maneras, a
diferentes escalas e intensidades, por lo general mediante la emisión de
políticas públicas en combinación con medidas normativas y regulatorias más
estrictas, cuya exigencia se incrementará gradualmente en los años por venir.

La diversidad de medidas, trae como consecuencia la
dificultad de estandarizar, medir y evaluar el desempeño de cada país y su
progreso hacia las metas. Algunas medidas imponen precios específicos a las
emisiones de gases de efecto invernadero medibles y comprobables pero otras
imponen costos implícitos derivados de las tareas que cada entidad responsable
tiene que implementar para cumplir con la normativa.

La compañía Gro Intelligence, en asociación con Kepos
Capital, ha desarrollado un indicador al que han llamado Gro-Kepos Carbon
Barometer, para monitorear las políticas globales de precio al carbono y medir
el desempeño de los países. Si el precio obtenido es positivo, quiere decir que
quien emite gases de efecto invernadero paga un precio por hacerlo, pero si es
negativo, significa que el país tiene políticas tan relajadas, que
implícitamente está subsidiando las emisiones. De acuerdo con la última
actualización de este indicador, con fecha 5 de mayo de 2023, México ocupa el
sitio 23 de 26 países evaluados, con un subsidio neto al carbón de $30.45
dólares por tonelada de CO2 equivalente emitida a la atmósfera, y dos terceras
partes de este subsidio neto, es decir $20.27 dólares, se han incrementado en
los últimos 5 años.

Las emisiones totales de México, alcanzan los 374
millones de toneladas de CO2 pero su intensidad de emisiones con respecto al
PIB es de 0.29 kg de CO2 por cada dólar de su Producto Interno Bruto, siendo
más bajo que el promedio global de 0.35 kg CO2/$USD, lo cual quiere decir que
imponer medidas más estrictas para quien emite gases de efecto invernadero, y
por lo tanto mayor costo, quizás no tendría un efecto sensiblemente negativo en
la economía, ya que la generación de riqueza no es altamente dependiente de las
emisiones, acabando con aquel viejo paradigma de que para crecer
económicamente, necesariamente tendría que incurrirse en una mayor cantidad de
emisiones de GEI. Simple y sencillamente, estamos siguiendo una estrategia
equivocada.

Y es equivocada, porque subsidiar las emisiones para
presuntamente incentivar la producción, podría acarrear mayores costos en el
mediano y largo plazo, ya que los países que sí tienen un precio positivo al
carbono, como los integrantes de la Unión Europea, que cada día imponen medidas
más estrictas como por ejemplo la serie de medidas legislativas conocidas como
“fit for 55 package” que persiguen reducir en 55 por ciento sus emisiones al 2030,
van también acompañadas de medidas como el “Carbon Border Adjustment Mechanism”,
que no es otra cosa más que un impuesto a la importación para evitar que bienes
producidos en países con acciones climáticas menos ambiciosas compitan
injustamente con los suyos o que sus empresas decidan relocalizarse en dichos
países.

¡Es necesario recomponer
el camino!

Raul Monforte González
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