La Revista

DE UBER, UNESCO y otros folclores navideños.

Francisco Solís Peón
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Por Francisco Solís Peón

La noche del 16 de diciembre del 2017 a las 11 horas en el aeropuerto internacional Manuel Crescencio Rejón de la ciudad de Mérida hacía mucha heladez. Para no variar el último vuelo procedente de la CDMX aterrizó con más de una hora de retraso, en su interior viajó Harriet Turner embajadora en nuestro país de la Organización de las Naciones Unidas para el desarrollo de la Educación, Ciencia y Cultura en el mundo, más conocida por sus siglas: UNESCO. En el mismo avión se encontraba un joven matrimonio de amigos míos que visitaban por primera vez la ciudad blanca en plan turista.
Mientras disfrutaba un habano en la entrada me percaté de un cuadro digno de un Charles Dickens postmoderno, parecía que el fantasma de las navidades pasadas había congelado el tiempo en los años ochenta: Como en aquéllos tiempos todos los taxis se fueron a las 10 p.m. y solo quedaban tres camionetas, en otras palabras o viajabas en una camioneta que compartías con extraños a precios exorbitantes o esperas en la zona común de la planta baja hasta las 8 a.m. del día siguiente.
La comitiva de la embajadora hacía imposible un aventón para mis amigos por lo tanto les pedí un Uber ya que por ser diciembre las otras plataformas tardarían horrores.
Al llegar el vehículo pusieron su equipaje en el maletero y acto seguido lo abordaron, entonces de atrás de las camionetas salió un hombrecillo con enorme aparato portátil de comunicación precisamente de los años ochenta y amenaza al conductor;
-¡A mí no me engañas! ¡Eres Uber! ¡Te van a detener!
A lo que la esposa de mi amigo replicó:
-Chofer por favor ignore usted a este pendejo y prosiga con el viaje que tenemos prisa por llegar a una posada en nuestro hotel.
El Uber prosiguió dejando al hombrecito con un palmo de narices.
Harriet y sus colaboradores fueron testigos del penoso incidente y en el trayecto a mi casa me cuestionaron al respecto y no sin cierta pena les relaté la triste historia de la legislación vigente que ya conocemos. Su excelencia me regaló una mirada que me hizo sentir profundamente tercermundista.
Pero la diplomática nunca tuvo la imagen completa, para cualquiera que ha pasado por una escuela de Derecho la situación era irregular, técnicamente el aeropuerto es zona federal y las leyes locales no aplican, mucho menos la PFP tiene facultades para detener a alguien que no ha cometido una falta contra la federación.
Haciendo una pequeña investigación periodística me enteré de la situación: Con tal de no tener problemas con el conflictivo FUTV la Federal Preventiva detiene uno o dos carros Uber de vez en cuando, remitiendo la unidad al corralón de la antigua Policía Federal de Caminos donde se le inventa alguna falta de tránsito que resulta muy razonable comparada con las multas estatales, una vez saldada la deuda el auto se entrega de un día para otro a diferencia de los tres meses que receta la SSP.
O sea, una ley cuestionada por su trasfondo político es aplicada de facto violando la Constitución General de la República a petición de un sindicato que chantajea a la Policía Federal ¡Kafka no lo hubiese escrito mejor!

Francisco Solís Peón
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