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Algo más que palabras Mundos enfrentados

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“Cada día tenemos una nueva oportunidad de renacer, de modificar actitudes; puesto que, todos tenemos un espacio corresponsable, que nos permite cambiar nuestros andares y la orientación tomada”.

No hemos aprendido aún a convivir, a pesar de tantas historias de
guerras y contiendas sufridas como linaje, nos falla la mano tendida para
entendernos y un espíritu acogedor que integre y no divida. Estamos más solos
que nunca, a pesar de la cercanía de un mundo global, que se ha empedrado de
odio y venganza. Para empezar, hemos de acabar con el lenguaje ofensivo de las
redes envenenadas y activar un internet más agradable y seguro, que propicie la
comprensión entre unos y otros. Me niego a que nos gobierne este confuso
abecedario de crueldades permanentes que sembramos cada amanecer, donde todo se
supedita a la identidad de los más fuertes, para pisotear a los más débiles.
Esto no es de recibo. Se han corrompido los sueños solidarios y de trabajo por
el bien común, que es lo que favorece la paz y la concordia entre los pueblos
del continente. Urge, por consiguiente, que nos repoblemos de alianzas. Hagámoslo
corazón a corazón, volviéndonos sabios. Las puertas de la sabiduría siempre
están abiertas; no entorpecen, ni tampoco desafían, con pregones que nos encaran.

                El signo más cierto
de la sabiduría es la serenidad que ahora no tenemos. Por desgracia, se ha
perdido la conciencia de unidad y unión, el sentido de lo que somos, y nos
hemos convertido en auténticos lobos, donde nadie respeta a nadie, con el único
afán de ser dominadores de nuestras miserias, siendo los auténticos
destructores del espíritu humano. Ante este cúmulo de calvarios, la inseguridad
es manifiesta, a pesar de que vivimos en un mundo más floreciente. Parece que
nos hemos atrofiado, suscitando una desconfianza constante entre análogos, lo
que conlleva un estado permanente de confrontación, con descalificaciones
mezquinas que nos empobrecen como seres pensantes. Ante esta situación, tan
necia como desoladora, deberíamos enmendarnos para ver la manera de reducir
frentes, impulsando otras expresiones más armónicas, en favor de una atmósfera más habitable,
puesto que también estamos modificando la configuración del planeta.

Sólo hay que ver la
pérdida de la biodiversidad, la contaminación de nuestros ecosistemas o el
mismo cambio climático, para caer en la cuenta de las mil inseguridades que nos
acorralan, junto a las de la provocación que genera miedo y la falta de
consideración hacia al análogo que fomenta también el desengaño. Todo esto
contribuye a que nos habite una sensación desesperante y unos focos de tensión
como jamás. El encontronazo lo hemos convertido, de este modo, en algo
habitual; lo que genera aislamiento y no cercanía. Así, en vez de universalizar
el abrazo permanente, lo que tenemos es “el todo contra todos” más vivo que
nunca, que convierte al mundo en un espacio irresponsable de jungla hostil. Nos
falta esa perspectiva humanitaria, no de un país en particular, sino de una
nación de naciones, llamadas a entenderse y a comprenderse. Con demasiada
frecuencia, olvidamos esa medida del espíritu que nos nivela e interroga permanentemente,
para no caer en la desolación e impulsar la virtud de no engañarse.

Ahora bien, quizás
sea bueno para nosotros mismos, que a pesar de este mundo enfrentado que no
conviene ignorar, también hay caminos de luz que están ahí, para que los tomemos.
Es cuestión de voluntad, de saber ahondar mar adentro y de huir de los
tormentos, porque es el amor verdadero lo que nos hace sonreír, esperanzarnos
en construir una gran rama, donde todos nos podamos sentir parte del tronco
humano. Cada día tenemos una nueva oportunidad de renacer, de modificar
actitudes; puesto que, todos tenemos un espacio corresponsable, que nos permite
cambiar nuestros andares y la orientación tomada. La paradoja de que un mayor
desarrollo produzca más desigualdades; y, por ende, excesiva incertidumbre,
requiere de todos nosotros una entrega generosa y despertar de la inacción;
cuando menos para que podamos redefinir el verdadero significado de hacer
familia, que es como realmente progresan sus moradores y avanza un planeta que
está al límite.

 

Víctor CORCOBA HERRERO /
Escritor

corcoba@telefonica.net

09 de febrero
de 2022

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