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Aniversario del asesinato de Luis Donaldo Colosio: Un crimen que marcó la historia de México

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El magnicidio que sacudió a la nación

El 23 de marzo de 1994, México vivió uno de los acontecimientos políticos más impactantes de su historia reciente: el asesinato de Luis Donaldo Colosio, candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI) a la presidencia de la República. Su muerte, ocurrida en Lomas Taurinas, Tijuana, en plena campaña electoral, dejó una herida profunda en el país y generó innumerables interrogantes que, aún tres décadas después, siguen sin resolverse del todo.

Colosio, un político sonorense de 44 años, era visto como la gran apuesta del PRI para dar continuidad al gobierno de Carlos Salinas de Gortari, aunque con un discurso renovador que hablaba de cambios dentro del partido y de la necesidad de atender las profundas desigualdades sociales de México. Su asesinato no solo cambió el rumbo de la elección presidencial de 1994, sino que también dejó en el aire sospechas sobre la autoría intelectual del crimen.

El contexto político de 1994: Un año turbulento

El asesinato de Colosio ocurrió en un México marcado por una gran inestabilidad. El inicio del año había estado marcado por el levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en Chiapas, un conflicto que evidenciaba las profundas desigualdades económicas y sociales en el país. Además, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) acababa de entrar en vigor, prometiendo grandes cambios en la economía mexicana.

En el ámbito político, el PRI dominaba la escena nacional, pero comenzaba a enfrentar cuestionamientos serios tanto desde la oposición como dentro de sus propias filas. La hegemonía priista mostraba signos de desgaste tras décadas en el poder, y la figura de Colosio parecía encarnar una transición hacia una nueva era política.

El presidente en funciones, Carlos Salinas de Gortari (1988-1994), se encontraba en la recta final de su gobierno, enfrentando críticas por el manejo de la economía y por las crecientes tensiones sociales. Su secretario de Gobernación, Jorge Carpizo, tenía la responsabilidad de garantizar la estabilidad política en un momento especialmente delicado.

Por otro lado, la oposición, encabezada por Diego Fernández de Cevallos del Partido Acción Nacional (PAN) y Cuauhtémoc Cárdenas del Partido de la Revolución Democrática (PRD), se preparaba para una contienda electoral que prometía ser histórica.

Mario Aburto: ¿asesino solitario o chivo expiatorio?

La versión oficial del asesinato señala a Mario Aburto Martínez como el único responsable del crimen. Según la Fiscalía General de la República (FGR), Aburto disparó a quemarropa contra Colosio en un acto individual y sin conspiración de por medio. Sin embargo, desde el principio, esta versión generó dudas.

Diversas inconsistencias en la investigación, testimonios contradictorios y la existencia de un “doble” de Aburto han alimentado teorías que apuntan a la participación de grupos de poder en el asesinato. Algunos han señalado que el crimen podría haber sido orquestado desde las altas esferas del PRI, ante el temor de que Colosio realmente impulsara reformas que afectaran intereses internos del partido.

El caso ha sido reabierto en varias ocasiones, y en 2022, la FGR anunció nuevas investigaciones que podrían revelar más detalles sobre lo que realmente ocurrió aquel 23 de marzo en Tijuana.

Las consecuencias políticas del magnicidio

El asesinato de Colosio obligó al PRI a buscar un nuevo candidato en tiempo récord. Finalmente, el elegido fue Ernesto Zedillo, quien hasta ese momento fungía como coordinador de campaña de Colosio. Zedillo ganó la elección presidencial del 21 de agosto de 1994, pero su gobierno inició en medio de una crisis económica que estalló con el llamado “error de diciembre”, provocando una de las peores recesiones en la historia del país.

La muerte de Colosio también dejó una huella imborrable en la sociedad mexicana. Su discurso del 6 de marzo de 1994, en el Monumento a la Revolución, en el que habló de un México con hambre y sed de justicia, se convirtió en un símbolo de lucha para muchos ciudadanos que anhelaban un cambio real en el país.

El legado de Colosio, 30 años después

A tres décadas de su asesinato, Luis Donaldo Colosio sigue siendo una figura emblemática en la política mexicana. Su imagen ha sido reivindicada tanto por priistas como por políticos de otras corrientes, y su legado ha sido retomado en múltiples ocasiones como un ejemplo de un político que buscaba la transformación del país.

En la actualidad, su hijo, Luis Donaldo Colosio Riojas, ha incursionado en la política y se desempeña como alcalde de Monterrey. Su presencia en el escenario político ha reavivado el recuerdo de su padre y ha generado especulación sobre su posible futuro en la política nacional.

Sin embargo, las preguntas sobre el asesinato de Colosio siguen sin respuestas definitivas. ¿Realmente Mario Aburto actuó solo? ¿Quiénes estaban detrás del crimen? ¿Qué intereses se vieron beneficiados con su muerte?

Treinta años después, la muerte de Luis Donaldo Colosio sigue siendo una de las grandes heridas abiertas de México, un episodio que marcó el fin de una era y que, para muchos, simboliza la lucha inacabada por la justicia y la democracia en el país.

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