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    Cambio o continuidad después del coronavirus

    José Zenteno Dávila
    José Zenteno Dávila
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    Por: José Zenteno Dávila.

    Tanto que decir. El
    tiempo sobra y las palabras se vuelven escasas. El aislamiento es una especie
    de realidad paralela. La eficiencia de antes se ha extraviado entre las
    noticias de la pandemia, el miedo paralizante, las tareas domésticas, los
    hijos, la mascota y la gestión emocional de un entorno colectivo obligado a
    quedarse dentro porque simplemente no hay a donde huir.

    Unos reflexionan sobre
    la profundidad del cambio de rumbo que seguirá la humanidad como consecuencia
    del COVID19. Otros simplemente añoran que todo termine para recuperar el tren
    de sus vidas, algo como quitarle la pausa a la película de su cotidianeidad.
    ¿Quién ganará el guión de la historia, los que sueñan con un salto cuántico de
    la conciencia humana o los que solo esperan una señal para que todo vuelva a
    ser exactamente como era antes del coronavirus? No hay una respuesta sencilla.

    A pesar de que estoy
    entre quienes añoran que muchas conductas cambien en los seres humanos, también
    soy consciente de la dificultad y dolor que implica conseguirlo.

    Hace algunas semanas
    en una entrevista de televisión analizábamos el número creciente de delitos y de
    crímenes violentos que azotan al país. Nos preguntábamos como es que eso podría
    detenerse pues lo que subyace es la pérdida absoluta de respeto por la dignidad
    humana entre quienes ejecutan esas atrocidades. En aquella ocasión concluimos
    que solo una catástrofe que cale hondo en la sociedad es que podremos revertir
    el proceso de deshumanización en el que nos hemos metido, la última vez que una
    situación así se vivió fue en la Segunda Guerra Mundial.

    Hoy tenemos a COVID19
    en las calles y buena parte de la humanidad metida en casa. Imágenes extraídas de
    los infiernos de la Divina Comedia las vemos en los noticiarios y las redes
    sociales casi en tiempo real. Wuhan, Bérgamo, Nueva York, Madrid, Guayaquil,
    zonas atacadas por el enemigo silencioso que igual mata al rico que al pobre,
    al honesto que al corrupto, al médico que al paciente. ¿Será el pequeño COVID19
    capaz de cambiar la tendencia homicida de los criminales? Para lograrlo debe
    arder más profundo en el alma de la humanidad, estamos demasiado acostumbrados
    a desestimar el dolor ajeno.

    Tampoco sabemos cómo
    vamos a salir del asedio en que nos mete COVID19. La inminente segunda oleada
    de contagios nos lleva a imaginar que pronto estaremos de vuelta en casa
    pegados a los monitores esperando a que la curva se aplane. Los chinos están en
    ese momento, el resto del mundo lucha por recuperar su libertad la primera vez.

    Las únicas
    consecuencias que sí son evidentes y lo serán más con el transcurrir del tiempo
    son las económicas. Slavoj Zizek escribió un ensayo titulado “El coronavirus es
    un golpe al capitalismo a lo Kill Bill…” que despertó los instintos más
    primitivos entre las huestes socialistas o al menos entre los que detestan al
    enemigo público del momento: el neoliberalismo. Zizek es filósofo, sociólogo,
    psicoanalista y crítico cultural, una figura de peso entre los intelectuales
    contemporáneos. En ese pequeño ensayo hace preguntas sobre el futuro del
    capitalismo y la posibilidad de “pensar en una sociedad alternativa, una
    sociedad más allá del estado-nación, una sociedad que se actualiza a sí misma
    en las formas de solidaridad y cooperación global”. He leído una y otra vez el
    texto y no encuentro la luz que nos lleve por otro camino distinto al
    capitalismo, simplemente señala que la pandemia del coronavirus es un golpe al
    corazón del sistema al estilo Kill Bill, una metáfora provocadora pero solo
    eso, una chispa en medio de la noche.

    Creo que no podemos
    apostar a que habrá grandes cambios después de la crisis. Sabemos que habrá
    heridas en las empresas y en las familias, que el desempleo y precariedad serán
    parte de nuestra realidad durante algún tiempo, que mucha gente habrá muerto
    víctima del coronavirus o de la neumonía atípica (un eufemismo mexicano para el
    mundo), y que todos vamos a sufrir por la pandemia, poco o mucho. Sin embargo,
    los límites de los cambios están determinados por nuestra naturaleza humana y
    por el entorno natural en el que se desarrolla la vida.

    Somos seres egoístas,
    aun los comunistas gustan de infringir dolor al enemigo pues maximiza su
    satisfacción de haber triunfado sobre él. Ya sea que se consiga el poder
    mediante el dinero o mediante el predominio del Estado, los operarios persiguen
    un fin egoísta que maximice su utilidad. Ese es el límite de lo que somos
    capaces y no creo que esta versión del coronavirus logre modificar siquiera un
    poco esa condición humana.

    Dentro de los límites
    sí podrán ocurrir algunos cambios, se me ocurren algunos. La colaboración
    digital se va a revolucionar después de la pandemia. Muchos estudiantes habrán
    aprendido a aprender en un entorno digital. Habremos probado la fórmula del
    trabajo en casa como una opción eficiente que reduce costos a las empresas y a los
    empleados e incluso reduce costos ambientales al planeta. Los filósofos,
    sociólogos, antropólogos, psicólogos y demás estudiosos del ser y de la
    sociedad producirán nuevas teorías y nuevas explicaciones. Los médicos,
    biólogos, químicos, epidemiólogos y demás científicos obtendrán nuevos
    conocimientos sobre los virus, los sistemas inmunológicos, tratamientos,
    vacunas, esquemas de intervención ante pandemias. Incluso las familias habrán
    aprendido más sobre sí mismas, muchas se romperán después de la crisis porque aumentarán
    los divorcios pero otras se fortalecerán y sanarán viejas heridas.

    Creo que los cambios
    más significativos pueden ocurrir al interior de cada uno. Este es un escenario
    que difícilmente volverá a ocurrir en nuestras vidas. Hoy, aquí y ahora,
    tenemos tiempo para pensarnos y reinventarnos desde dentro. Cada quien sabe
    cuáles son los valores que norman su vida, es más, solo usted -amable lector-
    sabe sinceramente si algún valor o apetito inconfesable guía su conducta. Quizá
    es momento de perdonarnos por las afrentas que nos causamos a nosotros mismos y
    así haremos que el aislamiento social haya valido la pena.

    Solo para iniciados

    Slavoj Žižek, “Coronavirus
    es un golpe al capitalismo al estilo de ‘Kill Bill’ y podría conducir a la
    reinvención del comunismo”, publicado en Russia
    Today
    , 27 de febrero del 2020.

    Hay un pequeño libro
    de Ernst Friedrich Schumacher titulado “Lo Pequeño es Hermoso”, puede servirle
    a quien le interese la búsqueda de alternativas al modelo económico
    predominante.

    La estupidez humana es
    infinita y en México la vamos a sufrir como pocos países en el mundo. Eso será
    tema de otras reflexiones.

    José Zenteno Dávila
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