La Revista

El riesgo latente del dengue: entre lluvias, mosquitos y ciencia universitaria

Por Marco Antonio Cortez Navarrete

Las lluvias recientes en Yucatán han vuelto a encender las alarmas sanitarias: la proliferación del Aedes aegypti, mosquito transmisor de enfermedades como dengue, chikungunya y zika, amenaza con dispararse en los próximos meses.

La Secretaría de Salud estatal ha confirmado ya muertes por dengue en 2025, así como decenas de casos positivos con signos de alarma, lo que refleja que el virus circula de manera activa en la región.

De acuerdo con reportes de El Universal, La Jornada Maya y el propio gobierno estatal, las condiciones climáticas actuales —calor, humedad y acumulación de agua en recipientes y zonas inundadas— favorecen la reproducción de este insecto.

A ello se suma la presencia de otros mosquitos como el Aedes taeniorhynchus o “mosquito de la ciénaga”, que si bien no transmite dengue, sí agrava la incomodidad social y sanitaria en comunidades costeras.

La situación se complica porque en Yucatán circulan varios serotipos de dengue. Esto significa que una persona que ya enfermó alguna vez puede presentar cuadros graves si contrae un serotipo distinto.

El riesgo de hospitalizaciones y muertes aumenta en personas vulnerables como niños, adultos mayores y quienes padecen enfermedades crónicas.

Ante este escenario, el gobierno estatal ha reforzado fumigaciones en los 106 municipios y campañas de eliminación de criaderos.

Sin embargo, expertos recuerdan que la verdadera batalla contra el mosquito se libra en los hogares: patios limpios, recipientes volteados y eliminación de cualquier depósito de agua son medidas básicas pero decisivas.

El papel de la ciencia universitaria

Aquí la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY) puede desempeñar un papel crucial. La institución cuenta con laboratorios especializados en biomedicina y entomología, donde se estudian los ciclos reproductivos de mosquitos, la resistencia a insecticidas y la genética de vectores. Desde esos espacios, la UADY podría:

Fortalecer la vigilancia epidemiológica, analizando muestras de mosquitos para identificar serotipos de virus circulantes.

Desarrollar nuevas estrategias de control biológico, como el uso de larvicidas naturales, hongos o bacterias que interrumpan la reproducción del vector.

Capacitar brigadas comunitarias en la detección y eliminación de criaderos.

Colaborar con autoridades de salud en proyectos de monitoreo a gran escala, combinando ciencia de datos y mapas de riesgo.

Además, la universidad tiene un peso social que puede aprovecharse en campañas de concientización: si sus estudiantes y académicos se convierten en promotores de salud en sus comunidades, el alcance preventivo sería mayor al de cualquier brigada oficial.

Una amenaza cíclica, un reto permanente

El combate al Aedes aegypti no es nuevo en Yucatán. Cada temporada de lluvias la historia se repite, y cada año los reportes de casos de dengue marcan el pulso de la emergencia. Lo que sí cambia es la capacidad de respuesta. Este 2025, la ciencia universitaria podría ser un aliado estratégico para que el estado no solo reaccione ante los brotes, sino que se adelante a ellos.

La pregunta no es si habrá más mosquitos, sino si la sociedad y sus instituciones —entre ellas la UADY— lograrán frenar a tiempo la propagación de un insecto que, diminuto en tamaño, se mantiene como uno de los más letales del planeta.

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