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Herencias de la Edad Media

Victor Manuel García de la Hoz
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Ciencia y cultura, hasta la sepultura, por: Víctor Manuel García de la Hoz

Correo: cienciayculturavmgh@gmail.com

Lo que llama la atención a unos puede no hacerlo a
otros. Por ejemplo, cuando se habla de la Edad Media, me impacta la falta de
limpieza e higiene en la que se vivía, pero esto no es lo único que debemos
recordar. Entender que algo nos lo heredó la Edad Media puede ser fácil, pues
duró un poco más de mil años. Es difícil establecer fechas puntuales, pero
inicia con la caída del Imperio Romano en el año 476, y se considera que
termina con algunos hechos importantes como el descubrimiento de América (1492)
y la invención de la imprenta (1453).

Las herencias artísticas medievales son muy
abundantes aunque esté considerada como la “Era del Oscurantismo”; podríamos
hacer una larga lista con los nombres de pintores, escultores, arquitectos,
escritores, pero es importante notar que la Edad Media marca -sin duda- el
nacimiento de la etapa de “ya no somos romanos”, pues ahora somos de diferentes
estados, países, reinos o departamentos; ya no se habla de economía de
esclavos, sino de feudalismo; y las religiones Cristiana y Musulmana eliminan
lo que fueron las ideologías teocráticas clásicas eminentemente politeístas,
dejándolas solo en el recuerdo, y en la historia.

Pero no se trata de un curso de historia medieval,
sino de revisar brevemente algunas de las curiosas herencias que nos quedan de
tan oscura, pero brillante época en el paso de las civilizaciones.

¿Conducir
por la derecha o por izquierda?

En la época de los caballeros medievales era normal
-quizás incluso necesario- estar armado en todo momento y la espada colgada en
la cintura no podía faltar. La espada larga se manejaba con la mano derecha,
por lo tanto se colgaba del lado izquierdo para poderla sacar en un solo
movimiento. Al montar a caballo, la espada sobresalía por el mismo lado
izquierdo así que, cuando dos caballeros se cruzaban en el camino, lo hacían
cada uno por su izquierda para evitar que su espada dañara al caballo del otro
y tener además su mano derecha lista para empuñar el arma en caso necesario.

El mundo se movió “por la izquierda” hasta que llegó
la Revolución Francesa (1789) y Napoleón dispuso que se debía circular por la
derecha (se dice que por ser zurdo, decidió cambiar las cosas para su
comodidad). Ante la falta de ordenamientos formales el desorden siguió y con el
nacimiento del automóvil empezaron los accidentes pues nadie sabía por qué lado
de la calle circular, además, de los diferentes fabricantes de automóviles no
se ponían de acuerdo acerca de qué lado del auto poner el volante (Ford lo puso
del lado derecho). En 1924 en España se emitió el decreto de que los vehículos
debían circular por la derecha, lo cual fue adoptado por prácticamente todos
los países del orbe, excepción hecha de aquellos bajo la influencia o control
del Imperio Británico que siguieron manejando por la izquierda.

Saludar
de mano

De esa misma época nos llega la costumbre de saludar
de mano. La mayoría de la población era diestra por lo que, para dar una
muestra de paz, los caballeros se saludaban con la mano derecha tomando ya sea
la mano, muñeca o antebrazo del otro, como una señal de paz: “te entrego mi
mano derecha para que veas que no tengo arma empuñada en tu contra”.

De origen similar era el saludo tipo “militar”
levantando el brazo derecho extendido mostrando que no había arma en él, aunque
en este caso era más para mostrar respeto y reconocimiento a la persona
saludada, por eso era usado en la milicia.

Quitarse
el sombrero al entrar

Decían nuestros abuelos que es de gente educada
quitarse el sombrero al entrar a una casa. Aunque el uso del sombrero
prácticamente ha desaparecido en las grandes ciudades, hoy podemos decir que en
su lugar se usa se usa la gorra y debemos aplicar la misma consideración a esta
interesante muestra de “educación”. Esta costumbre también nos llega de aquella
misma época en la que los caballeros medievales usaban armaduras como
indumentaria de batalla, y un elemento importante de esa vestimenta era el
casco, o yelmo, para protegerse la cabeza. Cuando un caballero entraba en una
casa o recinto, era importante quitarse el casco en señal de: “descubro mi
cabeza pues reconozco que en este lugar se vive en paz y no seré atacado”. Una
variación de esta costumbre sucedió cuando los caballeros de la edad moderna
saludan levantando ligeramente su sombrero, como un verdadero gesto de
educación.

En otra ocasión hablaremos de costumbres medievales
de higiene, comida y vestimenta, pero ahora ya sabemos de dónde nos llegan esas
costumbres que (quizás) todos practicamos, aunque no sabíamos por qué.

Victor Manuel García de la Hoz
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