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Irán vuelve a la mesa de negociaciones por su controvertido programa nuclear

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Se mueve nuevamente el tablero de las negociaciones por el controvertido programa nuclear de Irán. El jefe del organismo internacional de vigilancia nuclear, la OIEA, está en Teherán preparando lo que serán las nuevas negociaciones que se celebrarán en Viena el próximo lunes. Intentan reactivar el acuerdo de 2015 firmado por Estados Unidos, Rusia, China y la Unión Europea con el gobierno iraní y del que se retiró unilateralmente el entonces presidente Donald Trump. Ahora, su sucesor, Joe Biden, parece estar dispuesto a revertir la situación. Un informe del New York Times publicado el domingo sugiere que la Casa Blanca está explorando un acuerdo provisional para detener el enriquecimiento de Irán a cambio de un alivio de las sanciones.

El diplomático argentino, Rafael Grossi, director general del Organismo Internacional de la Energía Atómica, está presionando en Teherán para obtener respuestas de los funcionarios locales sobre los equipos de control del programa y otras irregularidades que los inspectores del OIEA observaron en los últimos meses. Una cosa que está clara es el aumento de las actividades de enriquecimiento de uranio de Irán, que van mucho más allá del umbral del 3,67% establecido por el acuerdo de 2015. Irán ya cuenta con unos 25 kilos de uranio enriquecido al 60 por ciento. Para la fabricación de armas nucleares se necesita un enriquecimiento del 90 por ciento.

Todavía hay buenas razones para que Irán vuelva a la mesa de negociaciones, dijo a la revista Foreign Policy Henry Rome, analista principal del Eurasia Group. “La razón más importante es que necesitan mantener a Rusia y a China de su lado, y los rusos y los chinos quieren que el acuerdo vuelva a estar vigente. Quieren que Irán se comprometa”, explicó Rome. “Creo que Irán está muy interesado en asegurarse de que, independientemente de cómo se desarrolle todo esto, al menos pueda alegar de forma plausible que no ha sido la causa de la ruptura de las negociaciones”.

Aunque el analista Rome coincide con varios otros especialistas que siguen siendo escépticos sobre la posibilidad de un avance inmediato: “Dudo mucho que vaya a ocurrir algo productivo en esta primera ronda. Pero si hay cierta flexibilidad en la mesa, se podría ver un movimiento bastante rápido”, dijo. “La ventaja de volver al acuerdo tal y como estaba, con algunas modificaciones para tener en cuenta el tiempo transcurrido, es que básicamente el acuerdo ya está escrito. Tal y como yo lo veo, hay un acuerdo sobre la mesa. Hay cosas que hay que arreglar, pero ninguna es imposible”.

Con un nuevo equipo negociador tras la elección de Ebrahim Raisí como presidente iraní en julio, se espera una línea más dura. Así lo explicó Sajjad Safaei en un reciente artículo: “Las confusas declaraciones del ministro de Asuntos Exteriores, Hossein Amir-Abdollahian, y del negociador jefe, Ali Bagheri Kani, antes de las conversaciones sugieren que es poco probable que se adopte un enfoque coherente. Creo que estamos ante unas negociaciones de largo plazo”.

En el último año y medio, agentes de la inteligencia israelí asesinaron al científico nuclear más importante de Irán y provocaron grandes explosiones en cuatro instalaciones nucleares y de misiles iraníes, con la esperanza de paralizar las centrifugadoras que producen combustible nuclear y retrasar el día en que el nuevo gobierno de Teherán pueda construir una bomba. Pero, de acuerdo a los negociadores en Washington que hablaron con el New York Times, los ataques no tuvieron el resultado esperado. Los servicios de inteligencia estadounidenses y los inspectores internacionales afirman que los iraníes volvieron a poner en marcha rápidamente las centrales nucleares, incluso instalando máquinas más nuevas que pueden enriquecer uranio a un ritmo mucho más rápido. Cuando una planta que fabricaba piezas clave para las centrifugadoras sufrió una explosión a finales de mayo que destruyó gran parte del inventario de piezas y las cámaras y sensores instalados por los inspectores internacionales, la producción se reanudó en tres meses.

De acuerdo a informes difundidos en el Congreso estadounidense, hay grandes diferencias entre Estados Unidos e Israel sobre cómo actuar ante Irán. En Washington creen que los ataques militares son contraproductivos, hacen que los elementos más duros del régimen de los ayatollahs se cierren por completo y rechacen cualquier tipo de acuerdo. El recientemente nombrado negociador nuclear iraní, Ali Bagheri Kani, asegura que “no existen las negociaciones nucleares”. En su lugar, dice, “hay negociaciones para eliminar sanciones ilegales e inhumanas”. Irán insistirá en el levantamiento de las sanciones nucleares y no nucleares, y que necesita una garantía de que ningún futuro presidente podría abandonar unilateralmente el acuerdo, como hizo Trump. Un funcionario de la Administración Biden aseguró este fin de semana que “el presidente nunca asumiría tal compromiso de garantía”.

Irán, como siempre, niega que tenga intención de construir armas nucleares. Pero los inspectores de la OIEA creen que lo más probable es que esté buscando en este momento una “capacidad de umbral”, llegar a un enriquecimiento de uranio que le permita producir un arma en semanas o meses, en caso de una confrontación abierta con Israel o cualquier otro poder regional y global. Esto puede hacer que Irán haga algunas concesiones para ganar tiempo. Aunque no se prevé que vaya a estar dispuesto a realizar otra negociación y un nuevo acuerdo desde cero. La cancillería iraní quiere volver al antiguo acuerdo sin mayores modificaciones.

El portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores iraní, Saeed Khatibzadeh, dijo en una conferencia de prensa que su país tenía tres condiciones para volver a las negociaciones: Estados Unidos debe admitir que se equivocó al retirarse del acuerdo, debe levantar todas las sanciones de una vez y debe ofrecer una garantía de que ninguna otra administración saldrá del acuerdo como lo hizo Trump. “Es absolutamente imposible que hoy Irán acceda al nivel de concesiones que hizo el anterior gobierno de Rouhani”, dijo al New York Times, Gheis Ghoreishi, un asesor de política exterior cercano al gobierno de Irán. “No vamos a dar todas nuestras cartas y luego esperar a ver si Estados Unidos o la Unión Europea se comprometen con el acuerdo o no; esto no va a suceder de ninguna manera”.

Robert Malley, el encargado de Irán dentro del Departamento de Estado, dijo recientemente que “si la diplomacia fracasa, tenemos otras herramientas, y utilizaremos otras herramientas para evitar que Irán adquiera un arma nuclear”. Dentro de la Casa Blanca pareciera haber una aproximación menos dura. El objetivo de Biden sería un acuerdo provisorio para congelar la producción iraní de más uranio enriquecido. A cambio, podría suavizar un número limitado de sanciones. Eso no resolvería el problema. Pero podría ganar tiempo para las negociaciones, a la vez que frenaría las amenazas israelíes de bombardear las instalaciones iraníes.

En Israel no creen que haya que hacer ninguna concesión a los iraníes. El jefe del Estado Mayor, el teniente general Aviv Kochavi, dijo que el ejército israelí estaba “acelerando los planes operativos y la preparación para hacer frente a Irán y a la amenaza militar nuclear”. El nuevo primer ministro, Naftali Bennett, ya autorizó más fondos para este tipo de operaciones. Los funcionarios israelíes insisten en que han desarrollado una capacidad de ataque que podría destruir los bunkers nucleares. Es probable que hayan tenido acceso a las bombas llamadas “corta margaritas” que utilizó Estados Unidos en Irak y Afganistán capaces de perforar las losas de un edificio subterránea por varios pisos.


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