. Georgina Rosado Rosado
Confieso, con cierto pesar, mi preocupación y malestar por el avance de la ultraderecha en el mundo, los triunfos de Trump en el vecino país del norte, de Mileien Argentina y el avance de la derecha en Alemania y Francia, este último, cuna de las libertades, derechos humanos y de lo que hoy conocemos como la democracia moderna. Les comparto mi sospecha, espero equivocada, de que ocurrirá un nuevo reparto del mundo entre dos grandes potencias: Estados Unidos y Rusia, que cancelaria una alternativa como el grupo BRICS que gestaron países emergentes buscando la cooperación y el desarrollo entre ellos para, supuestamente, buscar un mundo más justo y equitativo.
En esta preocupación no pesa, se los juro, algún tipo de nacionalismo trasnochado, de esos con los que se nos suelen manipular a la ciudadanía para que pasemos por alto los errores o incongruencias de nuestro propio gobierno. Se trata más bien de una verdadera preocupación por la amenaza de que las potencias mencionadas impongan un retroceso internacional en materia de derechos humanos y la cancelación, como ya se está dando en algunos países, de las libertades logradas por nosotras las mujeres como el derecho a decidir sobre nuestro cuerpo o que pretenda negar el reconocimiento a la diversidad de identidades de género.
Y es que, contrario a lo que algunos piensas, la historia no es lineal y en diversos momentos se han dado saltos para atrás, retrocesos evidentes en el devenir de la humanidad, como la que ocurrió durante la edad media en Europa o aquí en la península con la llegada de los barbaros españoles, superiores a los mayas en técnicas de guerra, pero no en otros aspectos más importantes como la cultura.
Debemos reconocer que, como lo advierte Margaret Atwood en su novela distópica y futurista titulada “El cuento de la criada”, bajo ciertas circunstancias, por ejemplo; desastres ambientales graves, un grupo en el poder puede imponer una revolución conservadora y religiosa que limite todos nuestros derechos y libertades. Esto a pesar de que estas libertades sean el resultado de décadas de lucha y hayan costado enormes sacrificios y vidas.
Por ahora, dejaré de lado las causas económicas de este fenómeno, el avance de la derecha, para remitirme a las causas subjetivas, que yo de ninguna manera acepto sean consideradas como secundarias o intrascendentes. Así que debo señalar una triste realidad: estos personajes como Trump y Milei, antes Bolsonario en Brasil, claramente misóginos, racistas, homofóbicos, entre otras lindezas, llegaron avalados por miles de votos y apoyo ciudadano, no por un golpe militar. Hay que leer los miles de mensajes en las redes sociales de personas que apoyan las posiciones más radicales de la ultraderecha religiosa, anti derechos, anti ciencia, anti grupos vulnerables y anti todo lo que no comprendan, para aceptar que el pensamiento de derecha es más fuerte y predominante de lo que creíamos.
Es decir, el pensamiento y discurso de esos canallas es compartido por millones de personas, lo que hace más desalentadora la situación y nos obliga a reflexionar el ¿por qué? en un mundo de grandes avances tecnológicos encontramos discursos que nos recuerdan los de la edad media europea, en amplios sectores de la población. Esto, solo es posible por el predominio de un discurso dogmático religioso, que permite la manipulación de grandes sectores socialesque, pese a tener una profesionalización técnica, están lejos de una formación social crítica, y por lo tanto científica, que les permita comprender la realidad social.
Antes de seguir, debo dejar claro que si bien, como libre pensadora que rechaza todo dogma que pretendaobligarme a aceptar verdades indiscutibles, sin fundamento o en confrontación con la realidad, marcadas por alguna autoridad religiosa o política; la reflexión, el uso de la razón y de la verdad científica aceptada, no me alejan de un sentimiento espiritual, personal e íntimo, presente en la filosofía de culturas ancestrales, entre ellas la cultura maya.
Aclarado el punto, es importante señalar que mientras en el dogma se obedece, en la ciencia se cuestiona y razona, por eso el primero nos convierte en seguidores (as) y la segunda en ciudadanos críticos y pensantes. No es casual entonces el mandato de luchar: “por eltriunfo de la verdad científica y razonada”, la que va en contra de las verdades absolutas que no se cuestionan, que son inamovibles, que no admitendiscusiones, basadas solamente en la fe y el fanatismo. He allí el carácter revolucionario que nos heredaron los ilustrados liberales del siglo XIX y XX organizados en logias masónicas.
Los dogmas son principios establecidos por autoridades eclesiásticas o políticas, impuestas como verdades incuestionables, que no deben ni pueden alterarse. Por eso son tan utilices a quienes ostentan el poder, ya que a través de ellas (verdades dogmáticas), imponen al resto de la sociedad lo que es bueno o es malo, correcto o incorrecto, pecado o bondad, patología o salud. Como nos lo diría Michel Foucault no hay poder más absoluto sino aquel que permite “que tu pienses lo que yo quiero que pienses” y eso se logra a través de las verdades absolutas que adoptamos. Es el dogma el arma de quienes, por sus intereses, personales y elitistas, frenan cualquier cambio que amenace, ya sea sus grandes fortunas económicas, o los espacios que detentan en las estructuras del poder.
Son las verdades dogmáticas las que frenaron por siglos el avance de las verdades científicas, es decir:sujetas a axiomas, a teorías relativas, y a comprobaciones constantes bajo métodos de análisis. La verdad científica, que es mucho más que el sentido común o la simple subjetividad, individual y arbitraria, pero que no es absoluta, y para el caso de las ciencias sociales se rige por leyes y axiomas históricos adecuados a contextos específicos, por lo tanto,cambiantes.
No hay que olvidar que, por eso, los masones fomentaron e impulsaron las condiciones sociales necesarias, no sólo para que floreciera la ciencia y se cuestionaran los dogmas religiosos, sino también aquellas que permitieron se rompieran las tradiciones que sustentaban las desigualdades sociales de su época y la subordinación y supuesta inferioridad de la mitad del mundo: las mujeres. Fue bajo el cobijo de su luz que se iniciaron revoluciones (liberales) que transformaron la política, las relaciones económicas, y las creencias anquilosadas que no le permitían a la mujer participar, en condiciones de igualdad con el hombre, en los diferentes sectores de la sociedad.
Los masones en el pasado fundaron centros sociales, bibliotecas, salones para la lectura y discusión, redactaron constituciones, incluso fundaron universidades como la UADY, elaboraron y gritaron a los cuatro vientos proclamas, reformaron el sistema educativo, abrieron escuelas laicas y gratuitas, es decir, fomentar el pensamiento racional sobre el dogmático.
Por eso hoy, cuando predomina en gran parte del mundo el pensamiento dogmático que permite elavance de la ultraderecha y que dictadores fanáticos anti derechos triunfen con el apoyo de millones, debemos preguntarnos las mujeres y hombres de buenas costumbres y libertad de pensamiento:¿contemplaremos pasivos lo que ocurre o seguiremos el ejemplo de aquellos que nos marcaron el camino en los siglos pasados? Urge la respuesta.