Heidy Sánchez, una madre cubana de 44 años que residía en Tampa, Florida, fue deportada a Cuba en abril de 2025, dejando atrás a su hija de 17 meses, ciudadana estadounidense. La deportación ocurrió durante una cita rutinaria con el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE), sin previo aviso y sin permitirle despedirse de su familia. La niña, que sufre de convulsiones y aún era amamantada, quedó al cuidado de su padre en Estados Unidos.
El caso ha generado críticas por la separación familiar y la falta de consideración a las necesidades médicas y emocionales de la menor. La congresista Kathy Castor solicitó al presidente Donald Trump que se respete el debido proceso y se considere otorgar un permiso humanitario a Sánchez, calificando el trato como “cruel e ilegal”.
Este incidente se suma a otros casos recientes de deportaciones que han resultado en la separación de familias, reavivando el debate sobre las políticas migratorias y los derechos de los inmigrantes en Estados Unidos.