Especial / La Revista
“¡Orgullo de Yucatán!”, “¡Eres única!”, “¡Divina!”,
fueron expresiones que surgieron del público desde los primeros poemas y
acordes del recital “Por si volvieras” que María San Felipe ofreció en el
Palacio de la Música ante un auditorio lleno.
María salió al escenario acompañada de la magistral
guitarra de Andrés Tinoco y comenzó con un poema de su libro “Ni que nos
quedaran tantos”, en una velada en la que se entregó al público hasta contagiar
el dolor de la ausencia arrancando lágrimas y aplausos, pero también muestras
de cariño y admiración ante la sublime expresión de su arte.
Con un puñado de poemas y canciones, María fue
contando desde su propio corazón cómo son las despedidas y cómo duele el cuerpo
después de una ausencia. En cada texto compartió sus propias experiencias y fue
contando cómo nació cada canción y cada poema de este recital que ha presentado
con éxito dentro y fuera del país.
La cantautora sólo necesitó la guitarra para contar su
historia, los protagonistas fueron sus poemas y canciones que cautivaron al
auditorio.
Las luces, una guitarra que por momentos parecía
llorar y una mujer abriendo el pecho fueron suficientes para llevar al público
a tocar sus propias historias, sus propias ausencias y sus propios vacíos. Los
aplausos no pararon y las ovaciones a la yucateca no cesaron durante las casi
dos horas que duró el espectáculo.
Al final, la cantautora se despidió del auditorio,
pero el público no la dejó ir para pedirle una canción más. Generosa en el
escenario, María regaló “Hasta que se
haga costumbre”. A una sola voz, artista y público se unieron para interpretar
esta canción que visibiliza la violencia hacia las mujeres.
Fue una noche llena de amor y desamor, pero, sobre
todo, llena de talento de María San Felipe, bella y joven artista que triunfa
en su propia tierra.
