A menos de dos meses de asumir nuevamente la presidencia de Estados Unidos, Donald Trump y su equipo de transición están delineando una estrategia radical para hacer frente a los cárteles de la droga en México. Según una reciente entrevista publicada por Rolling Stone, el equipo de Trump ha discutido una “invasión suave” en la que las fuerzas especiales estadounidenses actuarían de manera encubierta para eliminar a los líderes de los cárteles sin un despliegue militar a gran escala.
El plan, que se ha mantenido en conversaciones privadas entre Trump y sus asesores más cercanos, propone utilizar tácticas violentas y discretas, como ataques aéreos, drones, y equipos de exterminio, para desmantelar las operaciones de los cárteles. Además, el equipo de Trump plantea enviar instructores militares y asesores a México, así como librar una guerra cibernética contra las redes de narcotráfico.
El presidente electo también ha mostrado interés en calificar a los cárteles mexicanos como “organizaciones terroristas” y ha comprometido el uso de todo el poder de las operaciones especiales de Estados Unidos para erradicarlos. Tom Homan, el nuevo jefe de la frontera de Trump, reforzó esta postura, afirmando que las fuerzas especiales estadounidenses estarán encargadas de eliminar a las figuras más notorias del narcotráfico en México.
En México, los cárteles de la droga continúan siendo responsables de una gran parte de la violencia que azota el país. De acuerdo con el Gobierno mexicano, ocho cárteles principales, de los cuales dos son transnacionales, son los principales actores de esta problemática. A esta violencia se suman decenas de pequeñas organizaciones criminales que luchan por el control de diversas regiones y actividades ilícitas.
Uno de los ejemplos más recientes de este contexto es la creciente guerra entre narcotraficantes en Culiacán, Sinaloa, que ha resultado en masacres, desapariciones y bloqueos de calles, afectando gravemente la vida económica y social de la ciudad. Esta ciudad, hogar del poderoso Cártel de Sinaloa, continúa siendo epicentro de una violencia desbordada, especialmente después de la captura de figuras clave como Joaquín “El Chapo” Guzmán e Ismael “El Mayo” Zambada.
La propuesta de intervención militar por parte de Estados Unidos también se inserta en un contexto más amplio de tensión entre los tres países en relación con el tráfico de fentanilo. Este opioide sintético, 50 veces más potente que la heroína, ha sido una de las principales preocupaciones de Estados Unidos en los últimos años, ya que gran parte de la droga que se consume en el país proviene de México.
Aunque el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador reconoció en una entrevista que se produce fentanilo en México, también minimizó el tamaño de su producción, señalando que el opioide se fabrica también en Estados Unidos y Canadá. Sin embargo, la disputa por el tráfico de fentanilo ha mantenido a México, Estados Unidos y China en un enfrentamiento constante sobre las políticas antidrogas y las responsabilidades en la producción y el tráfico de esta sustancia.
El enfoque de Trump sobre la lucha contra los cárteles podría agudizar las tensiones entre México y Estados Unidos, especialmente si se concreta el uso de fuerzas especiales estadounidenses en territorio mexicano. Aunque la “invasión suave” aún se encuentra en una fase preliminar, las implicaciones de una intervención directa en México podrían generar una crisis diplomática y complicar las relaciones comerciales y políticas entre ambos países, en momentos en que la administración de Trump se prepara para asumir el poder en enero de 2025.